Actual

El rock y el flamenco unen su fuerza en la voz de los Morente

  • Las hijas del cantaor se unieron a Los Evangelistas en el festival Sonorama Ribera ante más de 10.000 personas

"Granada, no tengas miedo de que el mundo sea tan grande", reza la Habanera imposible que Estrella Morente cantó en la capilla ardiente de su padre antes de derrumbarse por la emoción y que la noche del jueves, al sonar un lustro después, ya asimilada la desgracia, tornó lágrimas en sonrisas.

Al Sonorama le salió bien una vez más el mostrarse osado en la composición de su cartel, saltándose lugares comunes en los que tan a menudo cae el festival "indie" medio, y su homenaje al mítico cantaor andaluz ha congregado a la gran mayoría de las 15.000 personas que, según la organización, han asistido a la puesta de largo de su XVIII edición.

Qué oportuna habría resultado aquella Qué quieres que te traiga que voy a Burgos que Estrella Morente cantó en uno de sus discos, al trazar un puente musical entre su Granada natal y esta población meseteña de Aranda de Duero que, pese a la distancia, se dejó seducir por su rotunda presencia vocal y escénica.

Junto a sus hermanos Soleá y José y a los otros grandes valedores del legado de Enrique Morente, Los Evangelistas (parte de ellos grabaron con él el revolucionario Omega), tejieron "una noche de flamenco y rock" en loor del legado aún vivo de su padre, artista ambicioso y valiente, que, como este festival, supo aproximar mundos aparentemente lejanos.

"A mi padre le hubiese encantado venir al Sonorama", afirmó Soleá Morente cuando vino a actuar a este foro por primera vez hace dos años y dio a conocer que los organizadores habían realizado varios intentos serios por traer al maestro a actuar.

Esa espinita clavada se la han sacado todos con Morente vive!, hora y media de espectáculo cuyo primer tramo hizo suyo la mayor del clan a través de piezas jubilosas como En lo alto del cerro de Palomares o la citada Habanera imposible, amén de algún guiño a Antonio Flores plenamente consciente en su mensaje ("no dudaría en volver a reír").

Inevitable es, por otra parte, que entre esa extensísima masa que se agolpó ante el escenario, tan deshabituada en general al flamenco, hubiese maleducados incapaces de respetar con su silencio la rotunda presencia vocal y escénica de la artista.

Soleá -la mediana- tomó las riendas en la segunda parte del show al frente de Los Evangelistas y destacó especialmente con un Dormidos que retumba apoteósico y apocalíptico, antes de que todos los implicados, una docena de músicos en total, encaren el final de fiesta con Estrella y Ciudad sin sueño, del imprescindible Omega.

Muy complicado lo tenían frente a tamaña competencia los chicos madrileños de Tu Otra Bonita, que supieron satisfacer a la minoría renegada del flamenco y ponerla a bailar con su vibrante energía mestiza de rock, rumba y pop pícaro e "indie", un subidón que se inyecta en vena con canciones como Se quemó.

Fue el escenario pequeño, que no el menos interesante, el mismo en el que poco antes actuaba Tulsa, con la hechizante Miren Iza al frente y un último disco, La calma chicha, que le robó oyentes a Marlango gracias a un poderoso directo, desolador y dulce a la vez, arropado por el teclado extra de Martí Perarnau, cantante del de grupo Mucho que surgió en Toledo hace cuatro años.

Y eso que la tarde empezó guitarrera, con dos bandas en franca ascensión como son Toundra y unos Sexy Zebras que, tras dar la campanada el año pasado en los conciertos de día, se plantaron por fin en uno de los escenarios principales y en estado de gracia compositiva con su Búfalo blanco.

Aunque para hits, nada como el Chup chup de los asturianos Australian Blonde, que más de 20 años después mantiene intacta su capacidad para mantener en vilo a la concurrencia hasta los minutos finales del concierto, tras una buena dosis de melodías pop con unas guitarras vertiginosas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios