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Un viaje por el Islam

  • V. S. Naipaul se muestra escéptico porque la religión ofrece consuelo espiritual a estos países, pero no programas sociales, y deja de lado las ciencias, la tecnología, la economía o la medicina

En agosto de 1979, V. S. Naipaul aterriza en Teherán, primera parada en "un viaje por el Islam"; éste es el subtítulo de Entre los creyentes. En Irán, el escritor encuentra, y describe con finura, una delicada encrucijada histórica. La gente celebra el derrocamiento del Sha y de su gobierno corrupto y deposita sus esperanzas en unos nuevos tiempos "forzosamente" mejores. Un espléndido porvenir que para la revolución islámica, sancionada democráticamente en las urnas, pasa por la fusión entre Estado e Iglesia, lo temporal y lo espiritual, aleación temible donde las haya. De acuerdo a los preceptos islámicos, el gobierno prohíbe la venta y la ingestión de alcohol, el baile e incluso la música (y la vida sin música es un error, escribía Nietzsche); se prohíben los baños mixtos en las playas, la moda y los programas occidentales, etc. Naipaul no puede compartir las expectativas del pueblo iraní cuando lee en la prensa local que, en los primeros meses de República Islámica, ha habido flagelaciones públicas por embriaguez y ejecuciones por adulterio.

Desde Irán, viaja a Pakistán, segundo jalón en su periplo viajero. La situación no es mucho mejor: el gobierno de Alí Bhutto ha sido derrocado por un golpe militar en 1977 y, también allí la teología se ha puesto por encima de todas las cosas. El caso de Pakistán -fundado como Estado islámico en 1947- permite explicar qué estaba poniéndose en marcha en Oriente Próximo entonces: "La religión no es para el musulmán una cuestión de conciencia privada ni de práctica privada, como puede ser el cristianismo para un europeo. (…) Para ser fieles al Islam, los musulmanes necesitan una forma de gobierno musulmana, un Estado musulmán". Puesto que el Islam se presenta como un estilo de vida pleno, la fusión entre Estado e Iglesia es imperativo. Desde Pakistán, el escritor se traslada a Malaisia. En el subcontinente asiático, a donde la fe llegó entre los siglos XIV y XV y se mezcló con creencias anteriores, el Islam adquirió una fisonomía singular. Se añaden matices al cuadro, pero sin cambiarlo sustancialmente. Naipaul señala que, intentando combatir la pertinaz influencia china, "las discriminaciones legales contra los no musulmanes son escandalosas". La última escala será Indonesia. El sustrato hindú y budista aún está presente entre la gente; el Islam no ha arraigado, aunque ser haya extendido. El problema es que los musulmanes malayos e indonesios, observa Naipaul con aprensión, han magnificado los ejemplos de Irán y Pakistán, que quisieran para sí.

En Europa contamos con varios siglos de Historia e infinidad de ejemplos de los desmanes que puede cometer una religión cuando deviene timonel de la nave social o uno de sus principales guías. En un régimen religioso, las exhortaciones del dogma con las que debe rendir cuentas únicamente el creyente devienen leyes inapelables con las que ha de vérselas todo ciudadano. En un Estado laico, todos los ciudadanos son iguales ante la ley, creyentes o no; en un Estado confesional, por el contrario, quienes profesen el culto oficial serán ciudadanos de primera, el resto no. En este último caso, la discrepancia no se verá como una cuestión política, sino como agravio al dogma, y ya sabemos como suele gastárselas la religión con quienes estima pecadores. V. S. Naipaul no se llama a engaño. Dos puntos alimentan su escepticismo. Uno: El Islam llega ofreciendo consuelo espiritual a estos países, pero no programas sociales, y hay esferas en el mundo moderno (la de las ciencias, la tecnología, la economía, la medicina) en las cuales la fe puede hacer poco, por no decir nada. Y dos: Esta religión exige una total sumisión por parte del creyente; la fe está reñida con la conciencia crítica y el individuo es anulado como tal.

El análisis sociopolítico llevado a cabo Naipaul es implacable. Entre las múltiples expresiones de la fe islámica, advierte Naipaul, se está imponiendo la más radical e intransigente. Entre los creyentes señala los derroteros que tomará el fundamentalismo islámico en las décadas siguientes y cuáles serán los puntos de desencuentro entre Oriente y Occidente en el futuro próximo. O sea, hoy.

Christopher Hitchens, Debate, Barcelona, 2010.

Joe Sacco, Mondadori, Barcelona, 2010.

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