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La vuelta a la infancia de Manuel Morego

  • El artista se sincera a los cincuenta poniéndose en la piel de un infante de entre 2 y 8 años y pintando el mundo como lo vería un niño de esa edad.

Hay un dicho muy famoso que asegura que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad. Manuel Morego se sincera a los cincuenta poniéndose en la piel de un infante de entre 2 y 8 años y pintando el mundo como lo vería un niño de esa edad. Podría ser algo parecido a la empatía por el arte infantil que sintieron artistas tan renombrados como Miró, de quien se decía que pintaba como un niño, o Gordillo. El caso es que mano adulta y mirada ingenua dan como resultado una curiosa exposición que no deja a nadie indiferente. "Normalmente un adulto, cuando ve un dibujo hecho por su hijo o nieto lo cuelga en el frigorífico y punto. Yo, en esos dibujos, he descubierto un pozo del que sacar agua... Más allá de los ocho años, todos empezamos a ser menos imaginativos y creativos".

Dibujos esquemáticos, coloreos con rayones y rostros sin nariz componen el imaginario de un mundo que nada tiene que ver con el garabateo arbitrario. Más bien todo lo contrario. Los detalles añaden una información precisa y única. Sincera.

Qué arte ni qué niño muerto muestra en la galería Arrabal & Cía once cuadros que hablan de política, religión, muerte o ecología inspirándose en la creatividad infantil. Para llegar a este punto, Morego antes se ha empapado de cientos de dibujos realizados por niños en distintos centros escolares: "Es peculiar", dice, "cómo ellos reflejan por ejemplo en la figura humana los atributos genitales, los complementos o los peinados".

El artista reinterpreta temas clásicos como la historia de Sansón y Dalila o la muerte de Abel a manos de Caín con una mirada adulta pero una iconografía claramente infantil. "El hecho de inspirarme en su tipo de dibujo supone un adelanto en la ejecución pero un retraso en la composición", explica. Se trata de once cuadros de temática clásica en formato grande y mediano (entre 70x50 y 180 x100) en técnica mixta en óleo, acrílico o rotulador.

Habla de temas religiosos como el de Sansón en Jueces VII 16, 4-22 (Dalila y Sansón) y el de Caín en Génesis IV 8 (Abel y Caín) pero también de la muerte, recuperando aquel limbo al que iban los niños que morían a muy corta edad en la obra que titula Angelitos. "Son historias o personajes que forman parte del arquetipo cultural. Lo que he hecho ha sido ver cómo otros artistas los han tratado para luego hacer mi propia versión".

Morego se refiere también a temas tan actuales como la sequía o los desastres ecológicos en Agua bendita y No Head, donde aparece un mar cubierto de petróleo y un cuerpo sin cabeza. Dibujos a simple vista sencillos pero en los que el pintor incorpora referencias más complejas en alguno de los detalles del cuadro.

En Pareja socialista, Morego refexiona sobre el Ministerio de Igualdad que creó el gobierno en 2008 para impulsar las políticas sociales de igualdad de género. "Su máximo responsable", dice, "es una de las personas más conocidas y populares entre la clase política". En la obra aparecen una pareja con un tulipán rojo, símbolo por excelencia del amor apasionado en la antigua Persia, y una pirámide, significado de la jerarquía de la iniciación o de fortaleza y durabilidad. En No Windows reflexiona sobre el neoludismo, una ideología de carácter radical opuesta al desarrollo de la revolución digital, la inteligencia artificial y a todo avance científico que se apoye en la informática. En el dibujo, rescata un mundo sin ordenadores.

En la exposición, el espectador es invitado a hacer un recorrido mediante un movimiento pendular que va desde el candor, la inocencia o la sinceridad a la ironía, mordacidad o acidez propia de los niños.

Manuel Morego. Arrabal & Cía.

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