Análisis

Javier Herrero (Efe) pilar larrondo

Aitana ocaña"Soy un camaleón para no morir y ser auténtica"Unicornios y arcoíris

La artista, que planea gira por España, dice que su música ha evolucionado y que el escenario es su vida

Tras declarar hace poco más de un año que el reguetón era "un amigo al que besaba en la boca", con su nuevo sencillo, Si supieran, Paulina Rubio demuestra que lo suyo con el urbano latino es un romance que no cesa y que incluso le sirve para rendir cuentas con su pasado amoroso. "Sin perder identidad, mi música ha cambiado. No hago un género urbano, pero es una manera de reinterpretar. Siempre digo que de la moda, lo que te acomoda; de esa manera soy un camaleón para no morir y ser auténtica conmigo misma", alega. De ahí que defienda que la mezcla es algo natural. "Será porque soy de México y estamos en la frontera y porque mi educación ha sido muy americana, pero no le tengo miedo al cambio y eso me ha ayudado en muchos momentos", insiste.

Mientras filma un vídeo "con mucho gancho" para la próxima semana, Rubio (Ciudad de México, 1971) recala en España aprovechando el final de su gira por Estados Unidos, "una experiencia regeneradora" de la que vuelve "con los sentimientos a flor de piel y llena de energía". "La de la carretera es una soledad imaginaria, porque te entregas cada noche al público, pero luego en la habitación del hotel hay espacio para mucha reflexión", apunta de un tiempo en el que suelen asaltarle "sueños guajiros" y "muchas ideas de letras de canciones".

En la última, Si supieran, parece aludir a un episodio biográfico muy reciente, el de la amistad entre sus dos ex y padres de sus dos hijos: el empresario español Colate Vallejo-Nájera y el cantante mexicano de rancheras Jerry Bazúa. En el tema de marras, Rubio canta: "Yo no sé qué le pasó a mi ex / Se hizo amigo de mi otro ex / Se juntaron MasterCard y Visa / Y eso es lo que me da risa / Yo no sé qué le pasó a ese bobo / Que se junta con el otro bobo / Muchas amigas en la foto,/ Pero están durmiendo solos". "Habla de temas muy simples, pero la gente se refleja conmigo", destaca Paulina, antes de reconocer que la transparencia de la que siempre hace gala se vuelve "definitivamente" mucho más palpable en su música. "Yo me siento más cómoda cantando que hablando", dice la artista.

De cara a futuro, la 'chica dorada' ha decidido enfocar su carrera en el directo, con una próxima gira por España que podría celebrarse "antes del verano" de 2020, y sobre todo en el lanzamiento de nuevos temas, pero no necesariamente de un disco. "La industria ha cambiado y no puedo contestar eso ahora mismo. Lo que sí puedo decir es que tengo un compromiso conmigo misma y con mi público de sacar canciones constantemente". Lo hará desde la libertad discográfica ya que, por primera vez en su carrera, no está ligada a Universal Music. "Estoy libre, pero antes también lo era. Ahora con las plataformas no hay intermediarios, tú eres tu propia compañía de discos", ratifica, antes de señalar que, "ahora que la tecnología lo permite", ella ha decidido "hacer puenting sin miedo".

Libre también aparece de su compromiso como coach con la próxima edición de La Voz en Antena 3. "Mi corazón es de ellos, pero estoy en un momento en el que el directo es muy importante como para estar en una sola base", alega como razón. Como parte del empoderamiento que predica en su vida personal y artística, ha decidido emprender proyectos como productora relacionados con su propia historia. "No sé si para televisión o pantalla grande, pero estoy trabajando en varios documentales y a la vez en un biopic como el de Luis Miguel", anuncia. "Vengo de una matriarcado", asegura.

PERTENEZCO a una generación a la que se le ha robado el derecho a la tristeza y el enfado. Tampoco es que opusiéramos especial resistencia a tal hurto, más bien nos dejamos llevar por el camino de la falsa felicidad con la misma docilidad con la que las ratas siguieron al flautista de Hamelín. Ellas abandonaron la ciudad, nosotros nuestra capacidad de sentir.

Todavía recuerdo cómo fue la aparición del gurú de la felicidad en nuestras vidas. Se hacía llamar Señor Maravilloso y maravillosa era su campaña de marketing. Frases almibaradas que llevaban a la estratosfera los índices de positividad y optimismo decoraban libretas, estuches y mochilas. Y no hay nada que más nos guste en el mundo que una buena frase pastelosa decorando cualquier objeto que previamente hayamos comprado en un establecimiento. El señor de los mensajes positivos se fue colando en nuestras vidas y, como en cualquier religión, poco a poco empezaron a florecerle los seguidores. Toda una legión de personas positivas empezó a poblar la Tierra y los mensajes optimistas proliferaron como las cucarachas en verano. Todo se antojaba idílico, los osos amorosos habían bajado de las nubes y habitaban entre nosotros. Felicidad máxima. Hasta que a algún pobre desgraciado le tocó tener un día de esos que Audrey Hepburn pintaba de rojo en Desayuno con diamantes. Tan adoctrinado estaba con su nueva religión que, cuando quiso sacar los pies del tiesto y lanzar un par de improperios, su propia comunidad no le dejó.

Ya no puedes enfadarte, tener problemas (aunque sean de esos que para el resto del mundo son insustanciales) y querer llorar por ellos. Ante tu posible desahogo, siempre habrá un iluminado que restará peso a tu situación con frases del tipo: "Lo que hace grandes nuestros problemas es la atención que les prestamos; la solución está en camino" o "El Universo es interminable y, de alguna u otra forma, todo va a estar bien". Et voilà, la solución a todos tus dramas estaba escondida en un sobrecito de azúcar y tú sin saberlo. Porque mandar al cuerno de África a todo el que se cruce contigo o llorar viendo Los puentes de Madison mientras piensas en tu patética existencia es de perdedores y a nadie le gusta perder cuando puede vomitar unicornios y arcoirís como solución a todos sus males.

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