Estaba grabado desde meses antes pero en la escena más dramática de anoche en Cuéntame (los pobres de los Alcántara nunca pueden tener la dicha completa, lo sabemos desde hace 18 años) se producía un alegato contra la popularización de las armas que se convertía así en respuesta a la última ocurrencia justiciera y populista de Vox. En la España de 1989 Franco parecía más muerto y aunque existían problemas y graves preocupaciones, a la sociedad española no se le ocurría tirar por tierra lo que estaba construido. Cuéntame empieza a ser un ejercicio de nostalgia triste cuando se compara con este país ingrato de tuits y venenos.

El episodio de El año de la serpiente se inicia con una reconstrucción breve pero emocionante de la liberación de Emiliano Revilla, cuando ETA era la pesadilla diaria y los españoles de bien hallaban confianza en el sistema. El capítulo de este jueves era el arranque de la temporada 20ª, la primera sin Carlos-Ricardo Gómez, pero en realidad es un episodio suelto, de enlace, el prólogo de una nueva fase de la serie, dando así ya por fijada la despedida de su narrador (aunque seguirá la voz de Carlos Hipólito) y poniendo en primer plano a la hija menor, María. Paula Gallego venía haciendo un gran trabajo en años anteriores pero la productora Ganga decide dar un estirón a la benjamina para que sea una mujer, con su mayoría de edad como elemento de transición entre las dos actrices, con Carmen Climent.

Como capítulo de introducción el regreso de Cuéntame ha tenido formato de película, donde se narró mucho y pasaron los meses para colocar el tablero ante unos años 90 de carácter ciclotímico, tiempo en el que se masticará el desencanto del patriarca (la abuela Herminia está más joven que su yerno) y soplará la euforia impulsiva de las mujeres, de María, acompañada de su madre, una emprendedora Mercedes, y de una abuela optimista, encantada con el ascensor, que es como tener un taxi en la escalera. Nuestra familia televisiva, los Alcántara, nunca defrauda.

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