Hace poco leí que la teoría de las diez mil horas (referida al tiempo que debes emplear para alcanzar la maestría en una actividad) dejaba flecos sin mencionar y que cada uno deberíamos añadir en función de nuestro caso personal. Obviamente, podríamos hablar largo y tendido de la influencia que tiene el talento en este tipo de supuestos. Dejando este factor a un lado, vengo a comentar los que para mí son los componentes de la ecuación más importantes cuando se persigue un OBJETIVO.

EXPECTATIVAS, SACRIFICIOS Y SENTIMIENTOS. Estos tres términos deberían formar parte de cualquier plan de acción, da igual si la meta es deportiva o no. De hecho, una de las cosas más positivas que tiene el deporte es que todo aprendizaje (o casi todo) se puede trasladar a la vida diaria (ya sea en el campo laboral o el personal). Cuando hablo de expectativas, sacrificios y sentimientos, hablo de un trabajo individual por alinear cada uno de estos aspectos a tu vida diaria y, por consiguiente a tu(s) objetivo(s)

Esto conlleva conocer que espero de mí y de mi entorno para llegar a esa meta (EXPECTATIVAS), a que voy a ser capaz de decir 'NO' para seguir trabajando en el camino a ese objetivo (SACRIFICIOS) y por último si me veo capaz de afrontar la incertidumbre de no saber si ese logro llegará algún día (¿disfrutaré del camino?, ¿cómo reaccionaré tanto a las dificultades como a los avances?, es decir, SENTIMIENTOS)

Vivimos en una sociedad que NO nos ha enseñado a cómo pararnos y (re)orientar nuestro camino, solamente nos empuja a seguir caminando como pollos sin cabeza. Aunque parezca fácil sobre el papel, los DETALLES que hemos comentado pueden marcar diferencias. Para empezar, ya sabremos qué queremos, a dónde vamos y cómo lo vamos a (intentar) conseguir. Si lo que depende de ti está alineado con lo que buscas, lo demás va llegando y, cuando no llegue, habremos aprendido lo suficiente como para saber cambiar de ruta.

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