Análisis

Joaquín Aurioles

Andalucía y la economía digital

Bancos sin oficinas ni empleados, suministro inmediato en domicilio de las compras realizadas a través de internet o el teléfono como medio de pago, en sustitución del dinero físico. La economía digital desplaza a marchas forzadas a la convencional y para los gobernantes no existen más opciones que la de afrontar el reto de la manera más inteligente posible. La Estrategia de Impulso del Sector TIC en Andalucía, 2020 va en esa dirección, así como desde 2013 la denominada Agenda Digital Española, subsidiaria de la del mismo nombre en Europa, y en todas ellas las claves son el conocimiento y la innovación.

El problema es que la innovación y la economía digital no responden al mismo tipo de impulsos de localización que el resto de las actividades económicas (acceso a los mercados, a los recursos o minimización de costes), sino que tienden al comportamiento de club. La innovación llama a la innovación, por lo que para beneficiarse de sus consecuencias es imprescindible estar en un circuito en el que Andalucía no está demasiado bien posicionada, como en 2017 acreditaron el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y BBVA Research.

El consejero de Economía, Innovación y Conocimiento pronunció una conferencia en la Universidad de Málaga hace dos semanas. Durante una hora estuvo hablando de economía andaluza sin mencionar el último dato de crecimiento, de creación de empleo o de evolución del paro. Sólo habló de economía digital, universidades, conocimiento e innovación. Sorprendente que centrase su intervención en cuestiones que sólo son relevantes en el largo plazo, sobre todo porque, en plena campaña, el rédito electoral de las iniciativas que propone será probablemente insignificante y seguramente habrá dejado de ser consejero cuando comiencen a percibirse sus efectos, si es que llegan a producirse.

El peso de las TIC en la economía andaluza es reducido (1,44% del PIB) y se ha reducido durante la crisis, aunque con tendencia a estabilizarse desde 2016. En España es aproximadamente el doble y, aunque también cayó con la crisis, ha estado creciendo desde 2015. El peso de Andalucía en la economía española es 13,3%, mientras que el de la población es 18%. Si aceptamos como normal para un indicador de peso relativo cualquier valor comprendido entre estas dos cifras, debemos admitir que la economía digital y del conocimiento en Andalucía es excepcionalmente reducida. En 2017 el peso del sector TIC era del 9,2%, mientras que las empresas tecnológicas localizadas en Andalucía representaban el 11,8% del total. Algo menor es el peso de las exportaciones TIC (8,2%), pero sobre todo el del gasto interno en I+D que realizan las propias empresas (6,5%) y la inversión extranjera de contenido tecnológico (menos del 1% del total español). En todos los casos citados, no obstante, el peso de Andalucía en el conjunto de España no ha dejado de aumentar desde el inicio de la crisis, salvo el de inversión extranjera.

Cerrar la brecha digital con el resto de España parece un reto formidable por la magnitud y por la lentitud del proceso, pero la única forma de conseguirlo es ponerse a trabajar en serio cuanto antes.

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