Análisis

Tacho Rufino

Coronavirus: proteger al protector

Esta crisis debe reconciliarnos con el país en el que vivimos, en el que todo el mundo será atendido de la mejor manera posible Es primordial mantener a salvo del contagio a quienes deben atender a los posibles contagiados

Hacerse la prueba de detección del coronavirus en Estados Unidos tiene un precio de entre dos y cuatro mil dólares. Imaginarse a un sistema de salud privadista ante una pandemia convierte en un infierno al país más rico del mundo, y películas tiene Hollywood para fantasear con tal distopía (busquen Contagio, de Soderbergh, 2011). No seamos simples, sin embargo: es indudable que la Administración Trump sabe lo que hace, a pesar de que el rubicundo populista presidente apele a "un milagro" ante esta nueva muestra de que la globalización tiene mucho de condena para la gente de a pie. Por otro lado, esta crisis de contagios debe reconciliarnos con el país en el que vivimos. Un sitio decente al que pertenecer, en el que cualquier persona será atendida de la mejor manera posible independientemente de sus seguros privados o su cuenta corriente.

En estos días de confusión, temor y avalancha de bulos y medias verdades en internet, hemos sabido que en un hospital del sur los servicios médicos de guardia se negaron a atender a una persona que se daba toda la traza de estar contagiado del virus en cuestión. Lo mandaron para casa. E hicieron bien, o al menos fueron posibilistas o pragmáticos, y me explicaré. En esta situación, es fundamental que no se contagien los sanitarios. No sé -doctores tiene el sistema de salud público o concertado- si es con mamparas, mascarillas, guantes o monos enterizos, pero por cada médico, enfermero o bedel contagiado y, por tanto, fuera de servicio, habrá quince, veinte o cuarenta pacientes infectados que recibirán una atención deficiente. En las manos de los técnicos -o sea, los que saben, que no es Carmen Calvo, necesaria gobernante- debemos confiar nuestra salud cuando está dañada por un virus astuto y sin vacuna ni tratamiento. En menos de un mes veremos, por lo visto, tratamiento contra el coronavirus. Quizá, el bicho no sea resistente a las estaciones y al calor, que parece que -malamente- podría ser que no, y que pudiera seguir propagándose en verano. Mientras, los guardianes de nuestra salud -de la mala salud- deben estar absolutamente blindados. Miren el caso de los 24 facultativos del Servicio de Medicina Interna de Álava, en arresto domiciliario. Extrapolen. Tiemblen.

Las consecuencias económicas, que son consecuencias para la vida de la gente y no cosa de economistas, son ya visibles, no sólo en las grandes cifras agregadas, sino también en la pequeña economía, la de cercanía: pregunten al comercio, a los bares y restaurantes, a los agentes del turismo, el deporte, la enseñanza, el espectáculo, la cultura. Si la cosa -Dios no lo permita, dicho sea en modo Trump- no se estabiliza y decae, todos lo padeceremos, sin fiebre incluso. Está bien, si es honesto y sincero el sentimiento, que recordemos que hay gente desgraciada que muere de hambre a millares cada día, que es tiroteada mientras migran y naufragan buscando una vida que no es vida. Pero, como suele decirse, una cosa o quita la otra. Filtremos el ruido. Y acostumbrémonos a las oleadas de epidemias, que como las crisis económicas, son cada vez más frecuentes y reicidivantes. Se llama mundialización. De todas las cosas.

Quizá cabe mirar el asunto como una oportunidad para devolver las cosas a su amor, a su vertiente local, controlable. Al barrio, por así decirlo y simbolizarlo. Es este un mundo pequeño, como proponía Milgram con sus "seis grados de separación": usted habla con un extraño en un aeropuerto extraño y acaba descubriendo una conexión con esa persona más pronto que tarde. Este mundo pequeño también lo es para las enfermedades. Siempre fue pequeño, pero no lo sabíamos como lo estamos sabiendo ahora. Y mientras salimos de dudas, la protección de quienes deben protegernos ante el contagio es crucial. Todos los medios son pocos en esa tarea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios