Análisis

Luis Cotarelo Álvarez

Delegado sindical de CGT en el Ayuntamiento de Granada

Defensor de la clase trabajadora a tiempo parcial

"El sindicato policial se alía con la cercana extrema derecha y urden un plan para reventar una negociación legítima"

La pandemia está desvelando que algunas brújulas no estaban bien calibradas y hay quien está perdiendo el Norte. Para contextualizar nos situamos en la polémica inventada y azuzada por la extrema derecha de VOX y su portavoz en el Ayuntamiento de Granada, Onofre Miralles, con la inestimable ayuda del sindicato de la policía local de la ciudad, conocido por su ansia monetaria. Nos situamos también en la semana del 25 N, nefasta fecha para los negacionistas de la violencia machista, es decir, para personas como Miralles y sus acólitos.

La estrategia de contaminación de los medios y la opinión pública es un recurso muy utilizado por los trumpistas de VOX. Para ello plantean un tema cargado de demagogia, que no soluciona ningún problema, pero crea varios. Y por arte de magia, se deja de hablar durante un tiempo de la violencia machista y nos centramos en doscientos mil euros que pertenecen a las retribuciones de todo el personal municipal y que el invitado especial de VOX, el sindicato de la policía local y de los bomberos, quieren quedarse por completo.

No contentos con cobrar un millón trescientos mil euros en horas extra, siendo prácticamente los únicos del Ayuntamiento de Granada que reciben dinero por estos conceptos, el sindicato policial se alía con la cercana extrema derecha y urden un plan para reventar una negociación legítima, que se había dado semanas atrás en el Ayuntamiento, entre los sindicatos y el gobierno municipal.

Se trata de unos fondos adicionales que permite gastar el Estado central a los Ayuntamientos y deben ser destinados a retribuciones del personal municipal. Como el plan inicial de ejecutar unas necesarias promociones dentro del Ayuntamiento, que están pendientes desde hace más de quince años, no se iba a poder ejecutar a tiempo, y este es el tercer año que se retrasa, se decide en la negociación colectiva que el dinero se dedicará a una pequeña retribución repartida entre toda la plantilla.

Algo que parecería lógico a todas luces, simplemente fue retorcido para servir a los intereses demagógicos de un partido que no quería oír hablar de violencia machista el 25N, y no olvidemos, un sindicato policial que quería que ese dinero fuera para sus bolsillos.

Una vez contextualizada la polémica, podemos hablar de la estelar aparición del artista invitado, que como elefante en cacharrería y con el norte perdido, obvia la negociación sindical y los precedentes, para doblar la apuesta en demagogia. Hablamos del portavoz del grupo municipal de Podemos e IU, Antonio Cambril, que ni corto ni perezoso, pretende que el dinero de las retribuciones del personal municipal se dedique a paliar la grave crisis alimentaria.

Es decir, sacar del bolsillo de los trabajadores un dinero para dar de comer a otros trabajadores. Según sus datos podría alimentarse a cien familias dos meses. Es admirable ver lo que estiran algunos políticos el dinero y cómo ven que las necesidades básicas consisten sólo en comer, obviando la ropa, los pañales, la calefacción, la higiene, etc. Pero lo grave de esto, que en la calle podría pasar por una buena propuesta, es la perversa utilización de la lógica, es decir, de nuevo la demagogia.

Primero, porque acabar con el hambre en la ciudad no tiene que depender de casualidades o de que la mala gestión municipal haya hecho que ese dinero se tenga que dedicar a otro concepto, siempre dentro de las retribuciones del personal, en lugar del inicialmente previsto. Segundo, porque los concejales proponentes, tanto el de la extrema derecha y como el desnortado, vuelven a saltarse la negociación colectiva y pretenden torcer el brazo a los trabajadores municipales, para meter la mano en sus bolsillos. Tercero, porque a los concejales se les supone una capacidad para solucionar los problemas de la gente, y recursos municipales, autonómicos, y estatales ya hay para solucionar el hambre en Granada, o ¿es que todas sus alternativas serán meter la mano en el bolsillo de los trabajadores municipales?

Y, por último, nos encontramos ante un concejal con apariencia de defensor de derechos laborales, pero sólo a tiempo parcial. Cual mal empresario que no duda en rebajar los salarios cuando lo necesita, nos encontramos a un líder de la izquierda granadina que no se le ocurre otra cosa que recortar las retribuciones de los trabajadores municipales y ponerles en la picota como insolidarios si no sale adelante su propuesta.

Pero hasta cuánto recortar. Tal y como están las arcas municipales por la mala gestión de los políticos, bajo esta lógica, los empleados públicos tendrán que hipotecarse para pagar la recogida de basura de la ciudad. Y para rizar el rizo, 9 meses después del inicio de la pandemia, anuncia que donará parte de su salario de concejal, que suma más de cincuenta mil euros al año. Él voluntariamente, algo tarde quizá, quiere aportar su dinero, pero al mismo tiempo quiere que otros, con mucho menos salario, lo hagan obligados por su propuesta.

Lo que no sabe el señor Cambril es que el personal municipal se topa a diario con la desgracia que sufre esta ciudad. Conoce perfectamente las necesidades de la ciudadanía. Se enfrenta, además, a las dificultades por la falta de recursos públicos, por la desorganización del gobierno municipal, por las trabas burocráticas que los políticos no solucionan. Dan la cara frente y con la ciudadanía, que no entiende cómo el Ayuntamiento no da respuestas. A veces, sufren insultos y agresiones, porque la situación está bien jodida y esto acaba de empezar.

Claro que los trabajadores del Ayuntamiento son conscientes de la situación. Y sindicatos como CGT también somos más que conscientes y luchamos a diario para que los derechos de las personas que sufren no sean vulnerados día tras día, trabajen donde trabajen o se encuentren en desempleo. Pero está en la responsabilidad de todos los concejales municipales y el resto de los políticos, sean de la Administración que sea, de la ideología que sea, desde los fascistillas, hasta los de la izquierda desnortada, el poner soluciones. Y si no, que se vayan.

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