Análisis

María Jesús serrano

Ex consejera de la Junta y ex alcaldesa de Baena

¿Democracias sin ayuntamientos?

Las entidades locales deben ser más que nunca los garantes del autogobierno andaluz

Conversaba hace unos días con un grupo de amigos sobre el 40 aniversario de las primeras elecciones locales democráticas. Quise conducir aquella charla hacia una pregunta: ¿entenderíamos la democracia española actual sin los ayuntamientos? Mi respuesta no puede ser más rotunda -respondo no- y la pronuncio con el inmenso orgullo de saber que he vivido parte de esta evolución de los ayuntamientos democráticos en primera persona.

Aquel 3 de abril de 1979 siempre permanecerá indeleble en mi memoria. Mi padre, que me enseñó a amar la democracia desde muy pequeña, fue elegido concejal en aquella primera corporación democrática de su pueblo, con valentía e ilusión vi cómo daba la cara en esas primeras elecciones locales por sus paisanos. Yo tenía 8 años, pero jamás olvidaré su cara de ilusión y felicidad cuando decía que lucharía por hacer de Baena un pueblo más justo y más igualitario. Para aquella niña, su padre era poco menos que un héroe. Con el paso de los años, comprendí que él era sólo un reflejo de los miles de hombres y mujeres que dieron un paso al frente en aquellas municipales del 79. Personas valientes y comprometidas que no tuvieron miedo, al contrario mucha valentía y compromiso, por convertir los ayuntamientos en estructuras democráticas de transformación de pueblos y ciudades.

Aquellos comicios consolidaron la ilusión colectiva por la democracia, tan esperada y añorada por quienes tanto habían luchado hasta ese momento. Una época de esperanza, sin los medios de ahora pero con un tesón y una generosidad inmensa para llegar a acuerdos que hicieran posible la implementación de sus ideas y sus proyectos políticos.

Cada vez que echo la vista atrás, mi admiración por aquella clase política incipiente a nivel local -vamos a llamarla así-, crece. Reniego, por tanto, de ese concepto de régimen del 78 que de forma trilera e injusta manosea alguna que otra fuerza política actual. Sí, lo reconozco: me enerva y me desagrada dicha expresión por esconder una idea que denuesta el esfuerzo de muchas personas de este país por conseguir las cotas de derechos que ahora disfrutamos. Poner en duda el resultado de la Transición es dar un guantazo en la cara de quienes pusieron la primera piedra de un estado de bienestar, progreso y justicia social. Y en ese diseño de lo que hoy es España, los ayuntamientos también aportaron veracidad, confianza y lealtad.

Recorridos estos 40 años, la transformación de Andalucía en patente en sus pueblos. Hemos pasado de pueblos sin servicios ni infraestructuras ni instalaciones, poco más que sin nada, a ciudades, pueblos o pedanías con consultorios médicos, centros de salud, hospitales, universidades, institutos, colegios, escuelas rurales, guarderías, teatros, piscinas cubiertas, pistas de atletismo, casas de la cultura o centros cívicos pero también con saneamientos, abastecimiento de agua, depuración, alumbrado público... Desde los servicios públicos básicos a los lúdicos, de ocio y culturales tan necesarios.

En nuestra tierra, en esta transformación de los pueblos y ciudades, la autonomía andaluza ha sido determinante. Los andaluces defendimos en la calle con fuerza y legitimidad una autonomía de primera, sabíamos que en aquel envite nos jugábamos dotar a nuestros ayuntamientos de un ritmo de renovación y modernidad de la sociedad al que no podíamos renunciar. El PSOE de Andalucía lo tuvo claro desde el principio y fueron los gobiernos socialistas autonómicos los que apostaron por la cohesión territorial, la vertebración de nuestros pueblos, desde el más pequeño al más grande, y el desarrollo rural.

Ahora que muchas de estas cuestiones se ven amenazadas por las fuerzas de la derecha y extrema derecha, los ayuntamientos necesitan más que nunca ser los garantes del autogobierno andaluz, un autogobierno fuerte que garantice la igualdad de oportunidades, la justicia social y servicios públicos de calidad. Ahora que tan de moda están los cordones sanitarios, los ayuntamientos deben levantar un auténtico cordón sanitario que ponga a salvo nuestros pueblos y ciudades de las políticas involutivas, de desigualdad y retroceso en los derechos conquistados.

Son días de presentaciones de las candidaturas para las elecciones municipales del 26 de mayo. Son muchos los que se estrenarán en los salones de pleno de sus ayuntamientos. A todos ellos les pido que acudan a la política con ilusión, con ganas de regenerar la confianza de los ciudadanos en los resortes democráticos. En la política como herramienta transformadora para el bienestar de los ciudadanos.

Los ayuntamientos tienen ante sí grandes retos. Grandes problemas por resolver. De nada sirve seguir enredados en las luchas partidarias y mucho menos en las intestinas; al contrario, superemos dichas actitudes y fortalezcamos el espíritu de nuestra Constitución. Igualdad real y efectiva, abordando desde lo local cuestiones tan importantes como el desempleo -el de los jóvenes y las mujeres- , la despoblación, la eficiencia de los servicios públicos, el cambio climático, el cumplimento de los objetivos ODS para cumplir con la agenda 2030...

"Piensa en global, actúa en local". Aceptemos el reto. Y en la reforma de la Constitución que algunos demandan, no olvidemos a los Ayuntamientos, al poder local. Sus competencias convendrían que se blindaran constitucionalmente, no sea que algún gobierno de la derecha tenga la tentación de quitárselas. Y discutamos sobre la financiación local a la par de la autonómica, el municipalismo necesita de dinero para procurar sus modelos de convivencia. Aceptemos el reto. Caminemos hacia otros 40 años de ayuntamientos democráticos.

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