Análisis

javier hernández

Deporte y el arte de aprender a callarse

Como no podría ser de otra forma, comienzo mi primera columna hablando de lo que será la tónica en mis líneas, de DEPORTE. Será la excusa y el combinado perfectos para poder explicar los aspectos cognitivos, emocionales y/o comportamentales que surjan en cada caso. PSICOLOGÍA al fin y al cabo.

Dicho esto, podemos empezar. El deporte, a mi parecer y al de muchos, es un arte. Si es verdad que con el tiempo, desgraciadamente, se han ido normalizando (y viralizando) ciertos comportamientos que lo único que hacen es ensuciar su nombre y todo lo que lleva detrás, que no es poco.

Uno de los principales y por el cual aparecen muchos de los conflictos actuales es el RESPETO, o más bien, la ausencia del mismo. Nos hemos habituado a sentirnos en la obligación de opinar de todo y de todos, ya sea en medios digitales o en una mera conversación de cafetería. Si no lo hacemos es como si nos estuvieran comiendo por dentro. Olvidamos que ESCUCHAR también es bonito, además de señal de respeto y una enorme fuente de aprendizaje.

Utilizar estos dos aspectos tan básicos es clave para dividir a dos grupos presentes en nuestro deporte. FANS y FANÁTICOS, en clara ventaja numérica. Estos últimos siempre van a llevar la razón, depender única y exclusivamente de lo que le ocurra a su equipo/jugador y, por supuesto, ni se te ocurra opinar algo distinto. Estarías loco. En definitiva y por suerte, el deporte es demasiado rico como para ir por ahí hablando de todo y desperdiciando la oportunidad de APRENDER mediante el arte de escuchar (y callarse). Que tus gustos no te impidan sentarte a disfrutar de la grandeza de otros. Sin ir más lejos, Stephen Curry nunca estará dentro de mis jugadores favoritos, además de lo que me dolió ver a LeBron perder 4-0. Igualmente, flipé igual con el que ya es uno de los mejores equipos de la historia. Somos privilegiados

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