Análisis

joaquín aurioles

Economía de los desastres naturales

Los incendios, inundaciones, terremotos y otros desastres naturales pueden provocar un impulso de la economía, gracias a los flujos de inversión asociados a los trabajos de recuperación. Es lo que sostienen algunos economistas (Skidmore y Toya, 2007 y Cuberes, 2017;), aunque no todos comparten esta opinión. Todos coincidimos en el tremendo impacto negativo para la economía de cualquier tipo de desastre, pero algunos investigadores encuentran evidencias de que, transcurrido un cierto periodo de tiempo y en determinadas circunstancias, el nivel del PIB puede estar completamente recuperado e incluso superar al que existiría, de no haberse producido el desastre. ¿Cuáles son esas circunstancias? Básicamente dos: que el desastre no sea de proporciones excesivamente grandes y que el país tenga capacidad de respuesta inmediata y suficiente.

El incendio del edificio Windsor en Madrid en 2005 tuvo una gran repercusión mediática, pero se trató de un desastre de proporciones reducidas frente al que instituciones públicas y privadas, incluidas las aseguradoras, reaccionaron rápidamente.

Las pérdidas fueron importantes, pero el nivel de actividad en torno a la reconstrucción y la renovación de los equipamientos terminaron traduciéndose en un impulso positivo para la economía madrileña. No puede decirse lo mismo del trágico terremoto de Haití en 2010 (7,3 en la escala Richter) donde, casi dos décadas después e innumerables iniciativas solidarias, todavía son visibles las cicatrices del desastre. Al poco tiempo Chile sufría otro terremoto de mayores dimensiones (8,8) y amplitud, pero la normativa chilena de construcción antisísmica y la disponibilidad de un fondo para la intervención inmediata (2% del presupuesto) permitieron reducir notablemente el impacto y anticipar el retorno a la normalidad.

Con el tremendo incendio de Gran Canaria podría darse una paradoja similar a la del Windsor, de manera que las obras reparación de infraestructuras y reforestación, junto a las inversiones particulares en recuperación de viviendas y explotaciones agrícolas y ganaderas, podrían terminar repercutiendo positivamente sobre el PIB canario.

A fin de cuentas, en la contabilidad nacional y regional que elabora el INE, la perdida de patrimonio no tiene repercusión alguna, salvo en lo que se refiere al cese en la actividad y el empleo de las empresas obligadas a cerrar, pero recogerá con precisión los flujos públicos y privados de inversión, con su correspondiente reflejo en el crecimiento del PIB y el empleo.

Con los incendios del Amazonas puede ocurrir algo parecido, aunque todo parece indicar que con un trasfondo económico bastante más despreciable. Hubo un tiempo en el que los incendios provocados en zonas forestales protegidas, con el fin de eliminar los obstáculos al desarrollo inmobiliario o la explotación agro-ganadera, proliferaban en nuestro país.

La contabilidad nacional también recogía este crecimiento canalla del PIB y el empleo, hasta que afortunadamente las leyes consiguieron poner fin a los desmanes. En el nuevo gobierno de Brasil no se aprecia, desgraciadamente, una actitud tan decidida para acabar con el problema.

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