La polémica abierta por una plataforma de personas mayores ante lo que consideran maltrato por las entidades financieras, puede extenderse a suministradoras de servicios de energía, o seguros. La Administración Pública tampoco se libra, exceptuando la página de la DGT para pagar multas, que no falla nunca. "Soy mayor pero no idiota" es el lema de este movimiento, sin embargo las habilidades de las personas difieren por capacidad, entorno en el que han trabajado, y voluntad de hacerse con lo digital; contando con esto, las empresas y la Administración deberían, en su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ofrecer formación personalizada permanente para que los usuarios aprendan y se familiaricen con los usos más necesarios. No he visto ningún informe no financiero de cotizadas donde figure una cuantificación de las colas y llamadas no atendidas, como si los sistemas informáticos no tuvieran capacidad para registrar, seguir y corregir este cúmulo de agravios, frustraciones y desesperación de los clientes. También los accionistas y consejeros tienen responsabilidad, y los altos directivos deberían comprobar por sí solos, poniéndose en lugar de un cliente corriente, cómo funciona su compañía.

El simple hecho de que alguien tenga dificultades con páginas web o máquinas -con pantallas confusas, llenas de distracciones- indica que lo que se nos pone por delante falla. Como referencia, la compra de libros on line en Amazon es un icono de sencillez y eficacia, igual que otros de compra on line. Los medios de pagos y operaciones financieras son esenciales, y para las personas mayores cajeros automáticos amigables y sistemas simples de acceso y comunicación como mensajes, whatssapps, y respuestas personales, son soluciones. Es una idea algo extravagante, pero el Ministerio de Consumo y el Banco de España podrían trabajar juntos en la mejora digital, pues las nuevas sensibilidades de los bancos centrales dan prioridad a la inclusión de cualquier consumidor financiero. En cuanto a la seguridad, los bancos disponen de software y sistemas de cloud para que los clientes operen con menos agobio de claves y códigos (¿cuándo cambiará esto, tan anticuado?). Los teléfonos que nadie contesta, o responde una máquina absurda, deberían desaparecer; es paradójico que las empresas creen problemas a sus clientes y para resolverlos recurran a este tipo de malas prácticas.

Dicho esto, veo con recelo que las personas mayores se auto inculpen mostrando debilidad digital, pues es un elemento más en contra de la edad; habría que pensar que a veces se nos cierran las luces y nos parece imposible hacer algo que, con atención, propósito y apoyo, está a nuestro alcance. En España hay unos 9,4 millones de personas mayores de 65 años, 6,3 millones entre los 70 y 90, y creciendo. Con 3.000 millones de dólares y con la crème de la crème de los sabios del mundo, empieza a operar la compañía Altos Lab, buscando el elixir de la eterna juventud mediante la reversión del envejecimiento celular y los desórdenes biológicos, y ya que según parece va a vivir tanto, tanta gente, vale la pena impulsar su habilidad digital en máquinas y aplicaciones menos torpes, que muestren de verdad que las crean y programan para sus semejantes personas inteligentes.

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