Análisis

Gumersindo Ruiz

Impuestos y víctimas económicas de la guerra

Cinco horas -dos trayectos de AVE- me costó leer el artículo de Francesco Bianchi y Leonardo Melosi, de la John Hopkins y Reserva Federal de Chicago: La inflación como límite de la fiscalidad, presentado en Jackson Hole, que intenta probar que la inflación sólo puede frenarse si la política fiscal, con más impuestos y menos gastos, apoya a la política monetaria de tipos de interés más altos. Mediante un modelo muy complejo, y con distintas posibilidades de reacción ante la inflación por consumidores, trabajadores y empresas, según cómo perciben que van a actuar el gobierno y banco central, muestran y cuantifican que la inflación es un fenómeno con una fuerte implicación de política fiscal, siendo temporal el impacto del precio de la energía y de la guerra si cae la demanda. Tras la fuerte intervención pública en la Gran Crisis, y después la pandemia y la guerra, el resultado es un consumo que se mantiene en cualquier circunstancia, por apoyos a empresas, empleo, sanitario, así como subvenciones energéticas. La política monetaria actual frena la economía, mientras que la fiscal compensa favoreciendo demanda, crecimiento y empleo, pero también crea expectativas de inflación; y aunque no se llegue al estancamiento porque la política fiscal anima, la inflación y una reducción de la actividad económica son un peligro.

Dos ideas podemos destacar; la primera que, frente a los aspavientos que vemos estos días, es conveniente que el presupuesto en España sea generoso pero equilibrado, lo que dependerá de gastos, ingresos y la evolución económica. El margen de gasto está condicionado por los desequilibrios sociales de la propia inflación; hay reducción de impuestos sobre el valor añadido y subvenciones, que son exigencias políticas y sociales con un parlamento muy dividido y comunidades autónomas oportunistas, que añaden inflación. Además, los gastos militares son ineludibles. La segunda idea es que ahora no deberían tocarse los ingresos fiscales más que para ir reduciendo subvenciones y equilibrar el presupuesto con impuestos extraordinarios que no son extraños en situaciones de guerra. Afortunadamente, las políticas de trickle down de algunos de nuestros gobiernos autónomos no tienen eco internacional, y el gobierno de España manda un mensaje de equilibrio -dentro del que está el discutible aumento de la cotización en seguridad social-, evitando una situación como la de Reino Unido, donde sólo el anuncio de rebajas fiscales lleva al caos. Philip Lane economista jefe del Banco Central Europeo y antes gobernador del Banco de Irlanda, quizás el economista que mejor combina nivel académico y técnico, lo expresa así: "Desde el punto de vista de la equidad, y también desde una perspectiva macroeconómica debe apoyarse a las familias y empresas que más sufren, pero la cuestión es si este apoyo no tendría que financiarse con impuestos a los que más tienen, rentas y patrimonios elevados y beneficios extraordinarios". Estas dos cuestiones, la económica y la moral, las sintetiza magistralmente Martin Wolf economista jefe del Financial Times, diciendo: "Los conservadores en Reino Unido han seguido a algunos fanáticos, indiferentes tanto a la realidad económica como o a una simple decencia".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios