Su frase de entusiasmo glotón se convirtió en el grito talismán para la selección de balonmano que terminó convirtiéndose en campeona de Europa: "Hòstia, pilotes", se asombraba ante una materna cacerola con albóndigas el joven Miquel Montoro en un vídeo viral. Es un generoso payés balear muy de tierra adentro, de moda en Instagram a sus 13 años, pronunciándolo todo con ese mallorquín áspero, casi indescifrable respecto al catalán.

El chico tan de campo como la abeja Maya se ha convertido en una estrella fugaz que despierta más ternura que broma ante esos mofletes alimentados a gusto. David Broncano lo llamó este jueves para La resistencia de #0, un programa que no tiene tanta repercusión en línea, pero que se ve y comenta más en las redes sociales que cualquier otro. El de Jaén ha sido capaz de convertirse cada día en conversación matinal de los millennials españoles con sus entrevistas y entrevistados.

Miquel, con la sobrasada a cuestas, fue traído de inmediato desde Palma para que lo conociéramos de primera mano, y supiéramos de él más allá de sus píldoras de vídeo y sus afanes agrícolas y gastronómicos. Un programa de entrevistas ha de jugar con la complicidad (en este caso es casi religiosa) de sus espectadores y fabricar la sorpresa. Hay que aprender de la frescura de este formato. Para La resistencia era necesario e inevitable en esta semana contar con ese niño de los "pilotes". Demuestra el olfato vivo que ha de tener un programa que tiene domesticada la viralidad.

Sobre el propio escolar mallorquín, uno de esos fenómenos efímeros de las frases hechas, hay que reconocerle su desparpajo y el orgullo de su ritmo de vida tan tradicional, donde aún bendice el pan trazando una cruz con el cuchillo. Disfruta con los árboles frutales; con los conejos, metiéndolos en salsa; y aplasta la sobrasada con los dedos. Este Montoro es auténticamente sincero. Natural. Desborda a la misma televisión, donde todo siempre parece de postureo y ficción. Broncano tuvo que rendirse.