Ni mucho menos pretendo ser agorero en estas líneas, pero tengo la tendencia a que, cuando van bien las cosas, poner los pies en el suelo, y cuando sucede al revés, levantar el ánimo al ritmo del laportista "al loro, que no estamos tan mal". Ahora toca eso de echar el balón al suelo, eso que este Granada de Diego hace bastante decentemente. Y nada mejor que hacerlo mirando el número de jornadas que van (8) y los puntos que quedan para agarrar de forma factible la permanencia, que es el objetivo inicial que nadie debe olvidar. Y quedan 33 por sumar.

Esto no quita que se tenga que disfrutar del camino. Diego está haciendo que el equipo sea admirado, que los jugadores tengan confianza, y que la afición se sienta orgullosa de los suyos. Eso se goza. Del partido a partido, también. Pero hay que mirar de aquí en adelante. Y desde ahora se empieza a poner sinuosa la carretera. El domingo viene el Mallorca, el aperitivo a la salida a Alcorcón, al que cuesta un mundo hacerle un gol, y como antesala a un noviembre de infierno con duelos con los de arriba. Y es que, hasta ahora, el Granada solo ha jugado contra un equipo situado en la mitad alta de la tabla, y encima ha perdido (Deportivo). Serán estos dos próximos duelos los que nos den una primera medida real de este equipo, si está para mucho más o si estará para no pasar apuros y pensar en éxitos pero desde el sexto puesto.

Mientras tanto, una semana más, la camiseta luce sin patrocinador. Dos semanas en ascenso directo, en las puertas de Primera, y sin que nadie todavía pase por el aro de la tasa que pone el club, ese medio 'kilo' de euros que, visto lo visto, y la cantidad de millones de euros que se mueven en el fútbol, parece mentira que nadie quiera pagarlos en Segunda División. Pero de bolsillos cosidos se sabe mucho por estos lares.

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