Cuando la noche ha llegado / y la tierra está oscura..." ("When the nigth has come / and the land is dark...") son los dos primeros versos de una canción fundamental en la historia de la música, Stand by me, que grabó su autor, Ben E. King, en 1961 a partir de un tema gospel en principio ideada para otro grupo musical cuyo manager rechazó el encargo. King asumió el reto en solitario y su inspiración cristalizó en una composición cercana al soul.

Habitualmente traducida como Cuenta conmigo, sobre todo a raíz del éxito de la película que con este título -y la canción como imprescindible banda sonora- rodó en 1986 Rob Reiner, una cinta sobre los indelebles pero indestructibles lazos en la amistad adolescente, este analítico cancionero se decanta hoy por otra traducción más acorde con el comentario: Quédate conmigo: "oh!, I wont be afraid / just as long / as you stand, / stand by me" ("¡oh, yo no tendré miedo / solo con que tú estés, / estés conmigo"). Dedicada al personal médico y a todos los que en estos días se han constituido en nuestros ángeles custodios.

Quédate conmigo semeja el pálpito imaginado y tan esperanzado como desesperado de cuantos, atacados por el virus en estos días tristes, batallan contra el mal en las salas de hospitales de todo el mundo. Este tiempo que habrá entrado en la historia de la Humanidad con protagonistas pasivos, los ciudadanos, y activos, el personal sanitario, héroes sobrevenidos de una sobrevenida circunstancia, como alegoría de esa eterna convicción que sin embargo ignoramos: que el hombre no tiene control sobre nada. Y que en situaciones como la que nos aflige afluye lo más digno de la condición humana entre los atrapados por el destino, que responden a la adversidad sin concesión a otra recompensa que la existencia, propia y de quienes se han confiado a ellos, en tanto que miembros de una misma comunidad.

Como tantos otros cuando sonaron las primeras trompetas de este apocalipsis, retornó a mi memoria La peste, de Albert Camus, lectura obligada en los lejanos tiempos del COU, una novela que en los días previos al toque de queda disparó sus ventas en las librerías de todo el mundo, según noticias de prensa. En La peste, el doctor Riexu, narrador en tercera persona pero protagonista omnisciente de la tragedia que asuela la cercada ciudad de Orán, es la metáfora de todos esos hombres que luchan hasta hacer bueno uno de los axiomas del autor: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio".

Muchos han sido los que han apelado al paralelismo con La peste en estos días en que son tantas las incertidumbres. Yo he visto en el artículo de Fernando Carreño en Marca la frase definitiva para la esperanza: La peste "es una obra sin personajes negativos". En la situación en la que han quedado atrapados, "todos, en la medida de sus posibilidades, tratan de colaborar". Son personas, como esos nuestros ángeles custodios, "que tratan de mantener la calma, conscientes de que nadie se salvará en solitario", que a medida que avanza la novela van estrechando lazos tras comprobar cómo en la Orán sitiada por la epidemia se ha cumplido una de las máximas expresadas por Camus en su relación con el fútbol, que practicó en su juventud: "La pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga", una enseñanza que -escribió- "me ayudó en la vida". La peste, así, es una novela de ética y obligaciones con uno mismo y con la comunidad, terrenos en los que Camus confesaba haber conformado sus actitudes aprendidas en un campo de fútbol.

En equipo. En el apoyo mutuo y la solidaridad. Dos ingredientes que se derrochan actualmente en los hospitales. Por eso, en estos días de tribulación, esta canción de esperanza: "Si el cielo hacia el que levantamos la vista / se derrumbara y cayese / o si la montaña se deslizase hacia el mar, / yo no lloraría, no lloraría. / No, no derramaría una lágrima / mientras tú estés conmigo". Por eso, "so, darling, darling stand / by me, / oh! stand by me...!" ("Por eso, cariño, cariño quédate / conmigo. / ¡oh, quédate conmigo!").

Jhon Lennon, Elvis Presley, Otis Reeding... interminable lista de versionadores de esta Quédate conmigo que tiene en Adriano Celentano una grabación que en su día se anticipó en España -y obviamente en Italia- a la original de Ben E. King, Pregheró, una de las escasas que el rey del rock italiano editó también en español, Rezaré. Es una versión casi lineal en lo musical, no así en su letra. Aunque también tiene su simbología en estos días de pandemia: "Pregheró per te / che hai la notte nel cuor" ("rezaré por ti / que tienes la noche en el corazón"). Y más: "Non devi odiare il sole / perché tu non puoi vederlo. / Ma c'è" ("No debes odiar el sol/ porque tú no puedes verlo. / Porque está"). Dedicados estos últimos versos a los encizañadores habituales que ni siquiera dan tregua en estos días de tragedia.

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