Vamos tan rápido que no podemos sentir nada. Tenemos mil ideas, planes u objetivos en la cabeza, pero también tenemos miles de 'ya lo haré' de 'tengo que' y de 'si pudiera'. Con ese ritmo y esas frases que nos acompañan, es imposible asentar nada. Frena, para un poco, que no todo es correr. La constante SUPERFICIALIDAD nos mata. Cada día hay tantos '¿qué tal?' y la respuesta acaba siendo la misma… 'bien' o un simple 'bueno, ahí vamos'.
Existe la (errónea) creencia de que abrirnos a las personas es una conducta mal vista o que no está a la moda. Hace poco, Demar DeRozan (jugador de los Toronto Raptors en la NBA) se marcó una frase, cuanto menos, potente: 'Nunca es objeto de vergüenza querer ser una mejor versión de ti mismo'. Ahí es dónde está el QUERER de verdad. En el HACER, en vez de en el INTENTAR y, sobretodo, en el CONTAR, en vez de en el pasar de puntillas.
Esto vale tanto para el DEPORTE, como para la VIDA. Si nunca profundizamos, si nunca hablamos de cosas que nos salgan del estómago y del corazón en vez que desde la garganta, jamás podremos ni conocernos, ni estar a gusto con lo que hacemos y lo que queremos conseguir.
Todos tenemos nuestras historias y nuestros problemas. Contándolos, establecemos ese COMPROMISO emocional que, primero, te mantiene implicado contigo mismo y, en segundo lugar, se convierte en un constante aprendizaje sobre como poder ayudarte a ti y a los demás.
Ya lo dijo la psicóloga deportiva Patricia Ramírez hace poco. Las personas no somos adivinas. Si necesitas ayuda, PÍDELA. Pero voy más allá, si quieres ser mejor, cuenta tus 'porqués', tus 'cómo' y tus 'cuándo' y seguro que todo rueda más fácil.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios