Es cierto que programar obras muy conocidas con artistas famosos en lugares singulares es una fórmula que garantiza el éxito de taquilla, pero sería necesario recuperar también composiciones más desconocidas de nuestro magnífico patrimonio musical. Andalucía y España cuentan con especialidades en las universidades de historia y ciencia de la música y en los conservatorios de musicología, con investigaciones de gran relevancia, que están sacando a la luz a músicos olvidados en nuestros archivos de primera fila a nivel internacional.

La comisión artística cumplía esta función de conectar al Festival con las universidades, con el mundo de la enseñanza de la música y de la danza, con los archivos musicales, con los grandes teatros, así como con destacados artistas, comisión que no se ha suprimido pero que lleva varios años sin convocarse.

Los espacios no deben ser meros contenedores de conciertos que se celebran en ellos como se podrían desarrollar en cualquier otro lugar, tenemos que buscar la singularidad también en los contenidos. Nuestro patrimonio musical es el pasado pero también es el presente, nuestras compositoras y compositores.

Desde un Festival, mayoritariamente sostenido con fondos públicos de las distintas administraciones, nuestro patrimonio histórico y actual tienen que tener una presencia y una relevancia significativa, porque es el mejor escaparate para difundirlo y donde lo internacional debe convivir con las recuperaciones de nuestro rico legado, desde la música de al-Andalus hasta nuestros días.