Una hora menos de encierro: es el premio que recibe todo español en esta mañana de domingo en que los relojes han acortado sesenta minutos nuestro confinamiento. Aunque el objetivo es otro, que nada tiene que ver con esta pandemia, bueno es saber que estos largos días largos han sufrido la amputación de una hora que nos devolverán en octubre, cuando -hay que confiar- todos los ritmos cotidianos habrán vuelto a su cauce.

En atención a esta circunstancia dominical -que en este 2020 ocurre hoy y solamente hoy-, se asoma a este cancionero analítico nuestra paisana Gelu (María de los Ángeles Rodríguez), con una de sus primeras grabaciones, que parece premonitoriamente adecuada a nuestra situación: Siempre es domingo. Instalados en el domingo perpetuo que veíamos en capítulos anteriores, esta composición del prolífico Augusto Algueró, grabada en 1962, cobra ahora un sentido actual. La canción es banda sonora de una película del mismo título, estrenada a finales de 1961, aunque en el filme es interpretada por la cantante argentina Baby Bell, de efímero paso por España.

Siempre es domingo, película, pone en escena a una pandilla de jóvenes tarambanas de un barrio bien de Madrid que se pasan el día de fiesta. En una época en la que el fin de semana no había aparecido como concepto y el ocio semanal se circunscribía al domingo, el título viene bien plantado para esta panda de 'pijos' vagos, interpretados por jóvenes en el comienzo de sus carreras, como Simón Andréu, José Rubio, Pedro Osinaga, Mara Cruz, José Luis Pellicena o Mayte Blasco, de larga trayectoria posterior en el cine y el teatro. Y como fondo, esa canción-himno de fiesta permanente: "Siempre es domingo / y es domingo para mí. / Cada día, cada hora / es domingo, es domingo para mí". Y más: "No me preocupa / ni me asusta el porvenir", despreocupación que alcanza al resto, pues "no me importa lo que digan los demás". Con unos monosílabos de apertura que adoban todo el enunciado de la canción -"sí, sí, sí, sí..."-, ese domingo perpetuo que nosotros combatimos aferrados a Netflix, tiene entre nuestros protagonistas otras aficiones: "Poder reír, poder bailar, / poder vivir, poder soñar / y aturdirme con la velocidad". No hay que olvidar que entramos en los años del desarrollismo, el seiscientos está al alcance de cualquiera y en todo caso no falta entre los displicentes padres que completan el reparto del filme. Obvio es decir que la película, según los cánones de la época, contiene una fuerte dosis de moralina aunque los tiempos del nacional-catolicismo iban siendo superados por la propia inercia de la sociedad. La irresponsabilidad como bandera de la juventud, siempre atravesada por un sentimiento de pecado y culpa, más unos padres que se dejan llevar por los lujos que empiezan a estar al alcance de los españoles. Todos, como final, se arrepienten de sus múltiples pecados, hacen propósito de enmienda y se intuye que una vez regresados al camino recto serán felices, aunque no se les ve comer perdices. (A ver si hicieran otro tanto todos esos gilipollas de los que vamos teniendo noticia en periódicos y noticiarios, que contra toda prudencia y respeto al sentido común y a los vecinos, aprovechan este arresto para organizar botellones...).

Siempre es domingo, canción, en la interpretación de Gelu no ahorra ese gritito de falsete que, por influencia de la canción italiana, remataba los tonos finales y que en nuestra paisana se elevan a la categoría de éxito. Como seña de identidad, por el lado de la cantante, y modernidad, según los ritos de la música joven del momento. Gelu, a quien rescataba del olvido hace unos meses Andrés Cárdenas en su imprescindible serie de granadinos imprescindibles, había tenido una incursión anterior en el retrato dominical merced a Flamenco rock, una grabación de 1961 que representa el primer intento de fusión entre los ritmos entonces pioneros del pop y la tradición española. A un ritmo que mezcla pasodoble y rock, más una letra que bien podría haber sido adoptada por cualquiera de las muchas folklóricas del momento, Flamenco rock dibuja un cuadro de mujeres y flores, "ver al toro con ardor luchar / y al torero con valor triunfar". La cantante se ofrece a España como cantora "de tus penas, tu sol y tu cielo azul", pero, folklorismo al margen, para lo que interesa a este argumento dominical, cuando la canción, en su segunda parte, se adentra en el terreno de la juventud dibuja lo que en la época debía ser un domingo en la ciudad entre los jóvenes de clases acomodadas: "...bailar por lo flamenco este rock", cuando "a las cinco de la tarde / los muchachos de Granada / si no van a la corrida / van al cine o al futból (con acento en la 'o'). / A las siete de la tarde / las parejas en bandada / en algún salón de fiestas bailan rock, / flamenco-rock". Lo dicho: fusión.

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