En los años 60, el denominado caso Profumo fue un escándalo en toda regla en el Reino Unido al involucrar al entonces ministro de guerra británico en una trama sexual y de espionaje. El canal Cosmo ha recuperado la historia, pero presentándola desde los ojos de la mujer que dio origen a toda la polémica, en El escándalo de Christine Keeler, una miniserie de seis episodios que se estrenó el pasado lunes en prime time, una especie de The Crown (por la revisión de la historia reciente de Gran Bretaña), pero un poco subida de tono. De hecho, esta controvertida trama aparece en uno de los capítulos de la segunda temporada de la exitosa ficción de Netflix, que aventura también la supuesta implicación del duque de Edimburgo en el caso.

Protagonizada por Sophie Cookson (Kingsman, Gypsy) y escrita por la novelista y guionista galardonada con el BAFTA Amanda Coe, esta producción de la BBC explora el juicio público al que se vio expuesta la joven Keeler, modelo y bailarina de clubs de dudosa reputación, con tan solo 19 años, cuando salió a la luz que había mantenido relaciones con el ministro John Profumo (Ben Miles), político del Partido Conservador casado con la actriz Valeria Hobson (Emilia Fox). El escándalo sexual se vio agravado por los tintes de espionaje que tomó el caso, en plena guerra fría, al descubrirse que Keeler mantenía también un idilio con Yevgeny Ivanov (Visar Vishka), agregado militar en la embajada soviética de Londres.

El trabajo de ambientación está muy cuidado y las interpretaciones son todas más que buenas. Que sea ella quien figura en el título y no John Profumo, quien da nombre el escándalo en cuestión, ya nos dice mucho de lo que interesa a la guionista Amanda Coe: es el punto de vista de Christine el que va a teñir la historia y, por eso, el primer episodio tiene un aire ligero, entretenido y hasta divertido. La voz en off de la protagonista nos indica que está a punto de que su vida se vuelva del revés. Mientras, ella disfruta de los ambientes en los que la introduce el osteópata Stephen Ward (James Norton), el personaje más enigmático del arranque y quien le presenta a la elite inglesa a cambio de que entable relaciones íntimas con hombres influyentes. Tiene connotaciones actuales en temas como el racismo y la violencia de género, como cuando en una escena Keeler y su novio, un músico negro, son increpados por darse un beso y en otra ella es abofeteada en plena calle por un ex novio celoso sin que nadie acuda en su auxilio.

El escándalo que le costó el cargo a Profumo aún no ha saltado en el primer episodio, pero se plantan las semillas para ello y queda claro que la protagonista no está preparada para la que se le viene encima.

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