Crónica Personal

Pilar Cernuda

Unidad... por un rato

Se visualizó la unidad contra el terrorismo, pero tenía fecha de caducidad: el tiempo que duró la manifestación. Masiva, con la mayor representación institucional que se ha visto en España, encabezada por el rey Felipe, el presidente del Gobierno y ministros, presidentes del Congreso y Senado, presidentes autonómicos, dirigentes políticos de todos los partidos y, por supuesto, las máximas autoridades catalanas y de Barcelona.

Podría haber sido una fecha histórica, un grito unánime contra el terrorismo yihadista, pero quedó empañada por la polémica de los días previos con grupos independentistas que rechazaban la presencia del Rey y de Rajoy. Y empañada desde luego por la pitada con que se recibió a don Felipe cuando llegó a la cabeza de la manifestación.

La tregua independentista posterior a los atentados dudó un suspiro. Ni siquiera fue respetada por Puigdemont, que antes incluso de que se celebrara la manifestación, momento que fijaba el día y hora en que había que mantener la imagen de unidad, rompió esa tregua con unas declaraciones en las que acusaba al Gobierno de intentar hacer política con el atentado. Más le valdría al presidente de la Generalitat que mirara a su propio entorno: si alguien ha querido hacer política ahí estaban su amigos de la CUP, que pusieron condiciones para sumarse a la manifestación. Ni siquiera lo hizo Bildu, formación pro etarra, que anunció desde el primer momento que se sumaba a la manifestación. No ha habido una palabra de denuncia de Puigdemont a la formación que le mantiene en el gobierno pero le marca las líneas políticas a seguir. Pobre Cataluña, con un presidente tan débil y tan corto de miras.

La manifestación sin embargo, a pesar de los pitos al Rey -compensados por aplausos en algunos momentos-, ha sido una demostración multitudinaria de rechazo al terrorismo. Pero desgraciadamente ha habido aprovechamiento político aunque se había intentado solaparlo por lo menos hasta después de la manifestación. No dudó Puigdemont en utilizar un medio extranjero para poner el acento en que se mantiene el proceso independentista, mientras la presidenta Forcadell ha insistido en que la semana entrante se aprobarán en el Parlament las leyes necesarias para avanzar en ese proceso. Veremos. A un mes del 1-O nadie ha firmado nada y cada vez que Puigdemont reitera que habrá referéndum, Rajoy asegura que no se va a celebrar.

La lectura de la manifestación es muy clara: los ciudadanos españoles están al lado de los catalanes cuando vienen mal dadas, cuando son golpeados donde más duele. Los centenares de miles de catalanes conformes con sumarse a una manifestación presidida por el Rey, y que han dejado muy en segundo plano las esteladas, no han "comprado" el mensaje independentista de que España no nos quiere, España nos margina, España nos desprecia. En el Paseo de Gracia, en las Ramblas, en las calles y plazas más importantes de Barcelona, se ha demostrado que quienes representan a los españoles a través de sus instituciones, les han dicho alto y claro a los catalanes que se les quiere, se les respeta, se está con ellos por encima de consideraciones políticas y sociales. Digan lo que digan Puigdemont y sus acólitos.

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