No cabía otra: ganar. Y el Granada regresó a la senda de la victoria en Lugo, donde esperaba un partido-trampa, porque los rojiblancos necesitaban dar un golpe en la mesa tras volver de vacío en los últimos desplazamientos, pero al rival lo avalaba una racha ascendente.

Para la ocasión, a Ramos se le acabó el crédito. Diego Martínez optó por un trío atacante en el que encomendó a Vadillo, Ojeda, Quini, Puertas... el asalto a la muralla de Lugo. El Granada, así, salió de nuevo controlando y una vez más, como en El Molinón, la posesión era notoriamente de color granadino. Pero, otra vez, sin decisión en el pase decisivo.

El Lugo, enfrente, no daba sensación de peligro. Agazapado a la espera de la oportunidad, mediada la primera parte de repente cambió el color del partido. Bastaron dos desplazamientos largos consecutivos a zonas desmilitarizadas, pero en la apertura por el lateral derecho aparecieron hombres del Lugo que sembraron el temor en el área de Rui Silva. Fueron los minutos 22 y 23, que pudieron ser fatídicos porque desnudaron las carencias en la zaga granadina, que sufre en los golpes laterales.

El partido entró en el terreno que quería el Lugo. Por poco tiempo, afortunadamente para el Granada. Primero, por una falta lanzada a esa zona del área en la que se duda -que si el portero, que si el defensa-, lo suficiente para que el balón, manso, se fuera al poste y aunque en su caída no apareció la bota decisiva el lamento por la ocasión perdida duró apenas dos minutos: en el 35, una falta desde los tres cuartos, centrada a meta, y Vadillo larga un 'vadillazo' imponente, a media altura, imposible para Juan Carlos. Pudo ampliar Pozo en los minutos inmediatos pero a Ojeda la salió un 'tirín' inocente en su profundización a la puerta local.

Del descanso salió un partido más trabado aún. El Lugo empujaba y el Granada, por momentos, daba sensación de dejarse empujar. Córners consecutivos y un árbitro que en su afán por mantener la ley de la ventaja pitaba las faltas cuando parecían haber prescrito, aunque para fortuna del Granada valiente para no 'picar' en los continuas caídas de los locales ante una grada definitivamente embravecida que recibiría con notable furor la reaparición de Azeez con camiseta del Granada.

Antes de ese cambio, a Ramos le habían levantado el arresto. Ya en pista, el delantero transformó un claro penalti en un contraataque que a punto estuvo de malograr la avanzada granadina con pases y pases en una jugada que solo admitía remate.

Con el 0-2 los rojiblancos -este sábado, de negro- no terminaron de echar la persiana al partido. La defensa siguió sufriendo en las jugadas laterales y como Herrera acortó en el minuto 74, la última fase se jugó en la zozobra de mantener un resultado que certifica las aspiraciones de ascenso directo. Objetivo cumplido y a esperar al Nástic.

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