Análisis

helena arriaza

Verdad verdadera (de amor) de madre

Es verdad de las ineludibles, que una madre siempre lleva la razón incluso cuando no quieres creerlo. En el momento en el que te ves en el abismo, cuando te sientes más rota que nunca, no hay mejor hombro que ese para llorar. Por el consuelo y por las verdades. Porque es con ella con quien lloras, te lamentas, y a la que le haces las confesiones más desgarradoras. Y ahí está para levantarte. Pero también para enseñarte.

Porque incluso cuando te ve hundida diciendo que jamás volverás a querer igual y que jamás volverás a enamorarte igual, no te miente. Lejos de decirte lo que quieres oír, te dice que efectivamente es así. Que jamás volverá a ser lo mismo, que ni querrás igual ni te enamorarás igual. Que será diferente. Una afirmación a la que, como siempre, no le faltaba razón. Porque cuando crees estar con la persona correcta, con la que dar esos pasos que te cambiarán la vida para siempre, de repente la traición hace aparición y entonces sí que te cambia la vida. Y aunque en ese momento no te des cuenta, te cambia para bien. Porque cuando estás en una etapa más madura en la que ya has aprendido a priorizar y a quererte, sí que te vuelves a enamorar y sí que vuelves a querer. Y como decía tu madre, lo haces diferente. Lo haces mejor y llega un verano en el que te reafirmas en ello.

Porque es el verano de echar de menos. Pero el de echar de menos de forma bonita, con sinceridad. Porque te das cuenta de que puedes seguir tu día a día sin esa persona, pero te encantaría que estuviera a tu lado en cada momento que vivís separados. Instantes en los que aunque no estéis juntos, tú sigues disfrutando al máximo, porque has aprendido que tanto la soledad como esas personas que no te dejaron caer, se merecen toda tu energía positiva, ya que siguen estando ahí pese a lo que han soportado. Por eso es el verano de reafirmar que estás con alguien porque quieres, y no por necesidad.

Entonces piensas que bendito el día en el que la persona que creías correcta desaparece de la peor forma. Esa forma por la que con el paso del tiempo das gracias, porque haber tomado rumbos separados fue la mejor opción. Porque fue la forma de salir a flote, de cerrar las puertas con muchas llaves para después abrir y dejar entrar tras el mejor aprendizaje.

Hay que hacer caso a las madres. Detrás de las verdades más duras (y también las más necesarias) siempre se esconde algo (o alguien) mejor.

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