Atresmedia no ha estado acertada con Toy Boy, su nueva serie que, cuando se estrene en abierto en Antena 3, promete ser el éxito o el fiasco de la temporada, una de dos. No sería la primera vez que un desfile de buenorros sin fundamento rompe los audímetros en prime time (a saber, sin ir más lejos El barco). De momento la nueva ficción ha debutado, por primera vez en la historia del grupo, primero en Atresplayer Premium.

Strippers masculinos, un asesinato muy espectacular por el que va a la cárcel alguien a quien le han tendido una trampa, un mundo de la noche repleto de drogas, sexo en clubes similares al de Inferno y dinero que corre sin control, intrigas empresariales y corruptelas políticas. Ahí es nada. Estos elementos en manos de Shonda Rhimes, por ejemplo, formarían un cóctel que habría producido, al menos, un primer capítulo adictivo. Con mucho menos, el piloto de Cómo defender a un asesino demostraba que, por lo menos, no te ibas a aburrir si la veías.

A Toy Boy le ocurre lo contrario. Montar un thriller de falsos culpables alrededor de Magic Mike no es mala idea, pero sí resulta serlo que sea la última serie de Antena 3 con episodios de 70 minutos de duración. El primero, de hecho, es hasta más largo, y se resiente. El calentón si breve, dos veces calentón. Demasiaaaaaaado laaaargooo. Hay tiempo de sobra para presentar todas las líneas que se desarrollarán durante la temporada, pero no hacía falta más que 30 o a lo sumo 40 minutos: el espectador no es tonto, sólo necesita razones para engancharse.

Alguna hay, de acuerdo: Cristina Castaño como Macarena, la mujer rica y madura que utiliza al joven e ingenuo protagonista es un acierto, pero ella parece estar en otra serie diferente al resto, en una mucho más entretenida. También hay algunos momentos de camaradería bastante logrados entre los cinco strippers del club Inferno, y el misterio de qué pasó esa noche en la que Hugo se despertó al lado de un cadáver en llamas apunta a que va a dar las suficientes vueltas para despertar nuestra curiosidad, pero todo se diluye por esa necesidad de alargar las escenas y las conversaciones para cubrir los 70 minutos. Toy Boy necesita más acción, y menos diálogos soporíferos.

De lucimiento, eso sí, muy bien. Que se haya rodado en Marbella y alrededores juega a su favor porque ese estilo de vida y esas intrigas encajan perfectamente en el entorno. Que intente moverse entre el thriller y el drama criminal no acaba de funcionar en el primer episodio. Es más erótica-festiva que otra cosa. Subidón-subidón, que el bajón será mayor, amigos.

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