Empresarios y sindicatos, comunidades autónomas y ayuntamientos, deberían haber propuesto hace tiempo medidas de ahorro energético, pues son firmantes del Objetivo 7 de Naciones Unidas sobre Energía; pero ahora no es sólo cuestión de sostenibilidad, sino de guerra y precios, y hay que reducir el consumo por cuestión de sobrevivencia. Últimamente todo se deja a la iniciativa del Gobierno central, que ha respondido a un problema que no podía esperar más; aplaudido por la revista The Economist (10 de agosto), y el Financial Times (6/7 de agosto), que nos pone como referencia, sabemos que el ahorro se va a hacer con sentido común, adaptándose a los espacios, como no podía ser de otra manera, y cualquier crítica palidece ante la decisión con que se ha abordado algo que todos vemos necesario, pero sobre lo que nadie hacía nada -"Sólo quienes no hacen nada no cometen errores", sentenció Joseph Conrad-.

El problema de fondo es doble: el deficiente control de gestión de temperatura, humedad, aireación, y convección, y una casuística imposible de consensuar, pues no es sólo la zona geográfica con más o menos calor o frío, sino diferencias dentro de una ciudad; la Universidad Politécnica de Madrid midió en una calle 28,7 grados en el alcorque de un árbol, 40,6 en la acera sin sombra, y 34 en un adoquín con sombra. Algunos ayuntamientos encargan estudios que luego no se concretan en presupuestos para reducción de temperaturas en espacios públicos y de diferencias entre barrios. Los inmuebles difieren asimismo según orientación, cubiertas y fachadas, materiales, arbolado, o corrientes; este es un ámbito en el que muchos promotores están comprometidos, y las sociedades de tasación con su información detallada tienen medios para asesorar sobre mejoras en eficiencia energética.

Por los comentarios se nota que las medidas de ahorro han cogido desprevenidas a muchas empresas y sin proyectos a ayuntamientos y comunidades autónomas, y de ahí surgen dos ideas. Una, la oportunidad para compañías que integran hardware (sensores) con software (programas) para evitar oscilaciones de temperatura con un BMS (Building Management System) efectivo. Junto a Johnson Controls, Siemens, Schneider, Honeywell, una referencia es Metrikus, y entre los sistemas, por ejemplo, C-bus, Dali, Modbus. No son cosas abstractas, sino algo sobre lo que no se había reflexionado ni invertido bastante, que redescubre ahora las medidas del gobierno, y requiere iniciativas desde el pequeño comercio a grandes superficies, de centros de enseñanza a hospitales. La otra idea es que las anécdotas que se recogen estos días sobre los grados en los termostatos no son nuevas en la historia, y costó llegar a un acuerdo sobre la escala de un termómetro: Adams, Romer, de Luc trabajaron en teorías (software) de la temperatura del cuerpo, la ebullición y congelación, y soplando vidrio (hardware) para construir termómetros, altímetros y barómetros, y aunque Celsius consiguió la adopción más general de su medida, todos eran muy respetados, y llevó a uno de ellos a ser calificado, según nos dice James Vincent en su entretenidísimo libro Beyond Measure, The Hidden History of Measurement (Faber), como el "Industrioso e Incomparable Artista Daniel Gabriel Fahrenheit".

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