Hubo un tiempo en que los estudiantes de economía, la mayoría ya jubilados, debían acreditar conocimientos de filosofía. La presión de lo inmediato provocó el progresivo arrinconamiento del pensamiento en la formación de los que vinieron después, que acabó cediendo terreno frente a la capacitación en habilidades que permiten dar respuesta a los problemas cotidianos. Todavía quedó el estudio de la historia de las doctrinas económicas como resquicio por donde llegar al conocimiento de los clásicos, pero la inercia ha continuado alejando cada vez más al estudiante del terreno del pensamiento crítico y aproximándolo al utilitarismo del conocimiento homologado por el mercado. Diría que el actual estudiante de economía puede alcanzar el máximo reconocimiento académico si consigue confeccionar una mochila repleta de herramientas útiles para la resolución de problemas, aunque esté excesivamente ligera de fundamentación ética.

El estudio de la historia de la filosofía en secundaria también entro en declive con la Ley Wert, que la degradó a la categoría de optativa y ahora se encuentra en el centro de un fuego cruzado, del que difícilmente puede salir indemne cualquier observador incauto, por muy distante que se encuentre. Las noticias que llegan llevan a pensar que, con la Ley Celaá, los alumnos de secundaria dejan de estudiar filosofía, dando lugar a que todas las trincheras se levanten de inmediato para dar paso a la pelea cuerpo a cuerpo. El gobierno de coalición no cumple con lo establecido en 2018, dicen los indignados. Las comunidades autónomas tienen la posibilidad de incluir la filosofía en la enseñanza obligatoria utilizando el margen de maniobra que les reserva la ley, responden desde el gobierno, que también se atreve a añadir que la enseñanza de la filosofía está contenida en la nueva asignatura de" Educación en Valores Cívicos y Éticos" que se impartirá en la ESO, aunque todavía no se sabe en qué curso. Mi impresión es que la sentencia popular que, por el momento, se impone señala al gobierno por pretender adoctrinar a la juventud en una moral de estado dictada desde no se sabe que oscuros despachos, en lugar de estimularles hacia el pensamiento crítico y la libertad de elección.

Confieso haber estado entre los indignados por compartir esta convicción, hasta que alguien bien informado me advierte del error. La realidad es que la enseñanza de la filosofía, que la LOMCE (Ley Wert) convirtiese en optativa, vuelve a ser obligatoria en el curriculum de los bachilleres, aunque haya desaparecido de la ESO, donde, por otra parte, encajaba con no pocas dificultades.

Esta es la parte gruesa de la guerra mediática de intereses espurios levantada en torno a la enseñanza de la filosofía. La parte menos gruesa, pero la que más confunde, es que la prevención sobre pretensiones de adoctrinamiento juvenil no tiene nada que ver con la filosofía, sino con la nueva asignatura de "educación en valores", entre cuyos contenidos aparecen referencias formativas de dudosa idoneidad a ciertas edades, como el estudio del "decrecimiento", o de indisimulada orientación ideológica, como la" ética de los cuidados y el ecofeminismo".

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