Todo tiene su fin, una expresión que puede expresar tanto la anhelante espera en la que el tiempo parece detenido como el fatalista avance de las agujas del reloj hacia el momento en que vivencias felices habrán quedado atrás y serán pasado. En este segundo apartado se inscribe Todo tiene su fin, balada imprescindible en la antología de la música pop española, creación de Módulos, un grupo imprescindible en la antología de la música pop española, para contraste con el primer apartado, el del lento discurrir de los relojes hacia esa 'hora H' de este lunes en que estaremos en la Fase Uno, liberación de costumbres que nos vaya desescalando hasta la desescalada final.

Que 'todo tiene su fin' lo sabe cualquiera que haya hecho la 'mili', o mi amigo Jesús Aznar y aquel pálpito en que vivía las últimas semanas... días... horas... hasta la feliz jubilación. Eran días como estos que estamos viviendo desde mediados de marzo, aparcados en el arcén del tiempo, y sobre los que hay que confiar en que más temprano que tarde, cuando los años hayan añadido su inevitable pátina amarillenta, recordaremos con la comprensión relativista de unos días, unas semanas y unos meses como los otros: 24 horas, siete días, doce meses... Todo tiene su fin, en la composición de Módulos, tiene el mensaje contrario: un amor que vive sus últimos momentos porque inexorablemente se va.

Todo tiene su fin, éxito de 1970, es una ingeniosa balada de calidad artística muy por encima de la media que, revisitada ahora a través de youtube, evoca asimismo la notable creatividad de la televisión musical que se hacía en aquellos años en España.

A sus acordes, sones y notas TVE aportó un fondo de relojes gigantes, estaciones de tren con raíles que se bifurcan al infinito... que realzan el aire melancólico y misterioso de un amor que se va sin saber por qué. Una canción que arranca con un solo de piano, enseguida acompañado de un coro de voces armoniosamente sincronizado y unos versos en los que se van intercambiando las voces principales en un juego de espejos trasladado a los sonidos de la música. Más un solo punteado de guitarra en el interludio musical que por sí solo merece el sobresaliente del juicio crítico a esta canción inolvidable entre las inolvidables del pop español. Que las voces aparezcan perfectamente acopladas no es extraño, pues el alma de estos Módulos era Pepe Robles, que se había formado como 'comodín' en Los Ángeles, sustituyendo a los originales integrantes cuando uno tras otro sucesivamente iban siendo llamados a la 'mili'. Bastaría con decir que Robles aportó al legado de nuestros irrepetibles Ángeles la canción Créeme, entre otras, para dar la medida de su contribución.

Pero estábamos en Módulos, que -al margen de la anécdota de ser el primer grupo español que eliminó de su nombre artístico el 'los' habitual de sus antecesores- en esta Todo tiene su fin encontramos la canción bandera de su producción artística. Sonido Hispavox para una canción de desamor presentido: "Siento que ya llega la hora, / que dentro de un momento te alejarás al fin". Un último suspiro: "Quiero que tus ojos me miren / y que siempre recuerdes el amor que te di".

Esperanza en el recuerdo nostálgico de futuro: "Pero quisiera que ese día / al recordar comprendas el amor que te di". Inquietud ante los días inmediatos de soledad que se avecinan: "Solo me queda la esperanza / que, como el viento al humo, / te aparte ya de aquí". Dolor por el amor perdido: "Pudo quererme y no comprendo / por qué no ha sido así". Resignación final: "Todo da igual, / ya nada importa. / Todo tiene su fin".

Rock progresivo, reforzado en Todo tiene su fin a través de la versión que grabaron Medina Azahara en los 90, influenciado en Módulos por Génesis o King Crimson, como reconocía el propio Robles en entrevistas del momento. Módulos presenta en su discografía posterior notables creaciones, como No quiero pensar en ese amor, Solo tú o Tú ya no estás. Una versión de Todo tiene su fin, actualizada, algo más acelerada en su fondo musical, recortada en duración, se encuentra en la voz en solitario de Pepe Robles a mediados de los 90. Y El Barrio, con su tono aflamencado y urbano. Como una prueba de que todo tiene su fin... menos los grandes músicos.

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