Análisis

Pilar cernuda

La hora de los pactos... o no

Si Sánchez quiere gestionar bien en lugar de hacer demagogia, puede hacerlo

Pedro Sánchez no tiene por qué pactar un Gobierno de coalición con Podemos, los independentistas, los nacionalistas o Ciudadanos. En este país ha habido ejecutivos en minoría que se las han arreglado para sacar sus leyes y sus presupuestos adelante, aunque bien es cierto que con más escaños que los conseguidos por el PSOE el pasado domingo. De momento, el presidente se va a tomar un tiempo. No de reflexión, que probablemente la tiene hecha, sino para ver qué ocurre en los partidos con los que podría llegar a acuerdos de investidura o de legislatura.

Sánchez es un hombre inequívocamente de izquierdas, pero se puede apostar que prefiere un pacto con Ciudadanos antes que con Podemos. De Rivera se fía lo justo, la animadversión personal mutua no facilita las cosas, ni lo que se han dicho en la campaña, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama y al secretario general socialista le conviene más una alianza con un partido como Cs, con gente que inspira confianza en el mundo económico -asunto esencial- que un acuerdo con un Podemos que ha perdido fuelle a chorros, ha reducido considerablemente su número de escaños y, además, no sumaría suficiente con el PSOE para dar estabilidad al Gobierno, que tendría que echar mano de los independentistas... a los que Sánchez no quiere ver ni en pintura. Sólo le faltaba que, además de encontrarse con un Gobierno en minoría, se le abriera un frente de críticas porque el apoyo de los independentistas llevaría aparejado cesiones que de ninguna manera un Ejecutivo democrático se puede permitir, so pena de ser barrido del mapa por la indignación que provocarían el entreguismo a quienes pretenden escindirse de España.

Ante el dibujo del 28-A, con un hemiciclo rojo pero trufado de otros colores, algunos de ellos peligrosos, lo más inteligente sería esperar al 26 de mayo para ver qué ocurre con los gobiernos autonómicos y municipales; hasta entonces, puede ir tanteando el terreno para ver si se pueden conseguir apoyos de otros partidos para asuntos que son vitales para que España se ponga a funcionar con un Gobierno que se deje de peripecias como el Valle de los Caídos o el apoyo al feminismo radical que, como todos los radicalismos, acaba en confrontación social. El nuevo Ejecutivo debe empeñarse en lo que de verdad importa: la economía, el empleo, garantizar las pensiones, el buen nivel de la sanidad y la educación, y otras cuestiones bastante más relevantes que algunas de las que el PSOE actual magnifica.

Si Sánchez quiere gestionar bien en lugar de hacer demagogia, puede hacerlo: con un equipo fiable -el actual tiene fallos de envergadura- y acordando leyes con partidos a su izquierda y a su derecha, sin necesidad de casarse con nadie.

Con política de altura, no política menor como la de los últimos meses. Andamos sobrados de iniciativas que no conducen a nada.

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