Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Un invierno difícil

Tanto en la introducción del comunicado publicado ayer sobre las decisiones que el Banco Central Europeo había tomado en materia de política monetaria como en la conferencia posterior que impartió su presidenta, Christine Lagarde, en la que las explica, se dibuja un panorama bien sombrío para el futuro próximo. Los desafíos que presenta el resurgimiento de las infecciones por el coronavirus y, consecuentemente, la intensificación de medidas encaminadas a contenerlo, están provocando que la recuperación económica esté perdiendo impulso con más rapidez de lo esperado. Pero pese a que "los riesgos que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona del euro se inclinan claramente a la baja" decidieron no tomar nuevas medidas. De momento.

Los tipos de interés se quedan como estaban: 0%, 0,25% y -0,50% para las operaciones principales de financiación, la facilidad marginal de crédito y la facilidad de depósito, respectivamente. Continuarán las compras en el marco del programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP), al que aún le queda margen de la dotación de 1,350 billones de euros con la que se inició en marzo. Asimismo, seguirán las compras bajo el programa de compras de activos (APP), con 20.000 millones de euros mensuales y con 120.000 millones de euros adicionales hasta final de año. Y continuarán apoyando a la banca, proporcionándole abundante liquidez a través de las diferentes operaciones de financiación.

Con todo ello, valoró Lagarde, tienen munición suficiente para seguir actuando. Y afirmó que utilizarán todos esos instrumentos a lo largo del tiempo con la flexibilidad con los que se han definido, tanto para discriminar libremente entre las distintas clases de activos como para actuar en la medida de lo necesario en las diferentes jurisdicciones.

No obstante, también dejó claramente marcado el camino para la próxima reunión de diciembre: más estímulos monetarios. Se reservan este tiempo para ir evaluando la información entrante, incluida la dinámica de la pandemia, para ir conociendo las perspectivas sobre el lanzamiento de vacunas y para seguir la evolución del tipo de cambio. Las nuevas proyecciones económicas que estarán disponibles en diciembre "permitirán una reevaluación completa de la economía y los riesgos", y será "cuando recalibren sus instrumentos".

La claridad con la que dejó abierta la puerta para más acción en diciembre implica que están seguros de que ese "deterioro en las perspectivas" se habrá materializado. La alta incertidumbre con esta segunda ola conducirá a que los consumidores sean aún más cautelosos y a que las empresas sigan posponiendo sus decisiones de inversión. La actividad comercial en los sectores de fabricación y servicios de Europa ya estaba en declive antes de que se anunciaran medidas más estrictas de confinamiento, y tras ellas, sólo cabe esperar que las principales economías europeas se contraigan de nuevo en el último trimestre de 2020. Así, esta semana, la canciller Angela Merkel, en un discurso en el parlamento, hablaba de un "invierno difícil". Esperemos que las cosas no empeoren tanto y tan rápido como para que el BCE tenga que actuar antes de lo que ha planificado.

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