El Granada ha salido de la quinta entrada con una ventaja suculenta para afrontar con relativa calma el final de su carrera por la permanencia. Es un buen símil este del béisbol para ilustrar la situación en la que se encuentra el equipo. En el 'bolabase', cuando acabas la quinta entrada has recorrido la mitad del partido, pero por mucha ventaja que tengas, el partido no está decidido, tengas 6 o 7 carreras más que tu oponente. A partir de la sexta entrada entran los pitchers relevistas y el partido puede cambiar con tres en base y un batazo alejado de los outfielders.

El Granada está en una situación muy, pero que muy buena para dejar confirmada su permanencia, primero y primordial de los objetivos de la temporada. Le quedan menos de la mitad de los puntos para alcanzar la barrera de los 50, que en los últimos años siempre ha significado salvación salvo en 2010. Todo esto una vez superada la mitad del camino de esta primera vuelta, 12 jornadas.

La situación, para los más cautos, es de ensueño. Porque encima el equipo está líder, gana en un campo donde nunca lo hizo frente a su titular, le saca 9 puntos al séptimo y 15 a los puestos de descenso. Gana, ya sea sufriendo o con holgura como el domingo. No le marcan porque la defensa está a un nivel titánico y el portero ya hasta mete manos salvadoras. Maneja los tiempos del juego con la pareja perfecta, hasta de chavales recién salidos de su cuna futbolera como Pozo, y hasta mete golazos para marcar. Sí, todo esto es para fliparse, pero no todo reluce. Los delanteros no marcan pese a generar juego, cualquier lesión de Vadillo o Montoro puede ser una roca en el camino, y falta un patrocinador para que vengan los refuerzos necesarios que hagan que lo que queda de camino siga siendo un disfrute, y no una sucesión de jonrones en contra.

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