manuel campo vidal

El pórtico del vértigo

Companys proclamó la independencia catalana el 6 de octubre de 1934; atención a ese aniversario

Cualquier situación grave es susceptible de empeorar", afirmaba Eugenio d'Ors, escritor catalán reconocido intelectualmente en toda España. Ahora en Cataluña la situación no es grave sino gravísima y, aún así, es susceptible de empeorar. Al desafío del 1-O le sigue hoy el lunes 2 en el que puede pasar cualquier cosa porque tantos simpatizantes con el independentismo desplazados desde toda España (País Vasco, autobuses desde Galicia, etc.) y sobre todo anarquistas y antisistema llegados de toda Europa, inquietan seriamente a la policía. Para mañana la central sindical CGT y la CUP han convocado huelga general en Cataluña. Es un sindicato mucho menos nutrido en afiliados que CCOO y UGT, que guardan silencio ante lo que está sucediendo, seguramente por divisiones internas, pero es mayoritario en el metro y fuerte en Renfe y autobuses del área metropolitana barcelonesa, por lo que el paro, aun forzoso, puede ser relevante.

Por si faltara algo, puede convocarse al Parlamento de Cataluña para esos días a fin de proclamar la independencia unilateralmente y si no, queda el recurso de que lo haga Carles Puigdemont desde un despacho, o desde el balcón de la Generalitat como Lluís Companys el 6 de octubre de 1934. Atención a ese aniversario. Duró horas y fue arrestado en el barco Uruguay. Pero, ¿a qué honor mayor puede aspirar Puigdemont, presidente gracias a la CUP que vetó a Artur Mas, ya que sabe que si hay elecciones y se reedita el Junts pel Sí la lista la encabezará Esquerra Republicana? A Jordi Évole le respondió que "la declaración de independencia no está sobre la mesa". Pero Romeva, su ministro de Exteriores ya lo va anunciando por Europa.

"Es hora de apoyar al Gobierno español en su respuesta institucional, aunque no nos guste", reclama Albert Rivera. Nos advertía él mismo, en una brillante intervención el pasado jueves en Madrid, que cuando pase todo habrá que reformar cosas porque "en estos 30 últimos años se descuidó el jardín de los valores constitucionales y crecieron malas hierbas". Para Rivera, que afirma que "Cataluña es mi tierra y lo seguirá siendo, España mi país y lo seguirá siendo y Europa nuestro futuro", hay que escribir un nuevo relato para "una España nueva, moderna, limpia de corrupción y que recupere los valores constitucionales". Música esperanzadora ante una sucesión de noticias cada vez más inquietantes que llevan a la depresión general en Cataluña y en el resto de España donde aflora un rancio nacionalismo español. El penoso "a por ellos" con el que se despidió a la Guardia Civil que iba a Cataluña es mal presagio.

El Gobierno de Rajoy perdió la iniciativa política en este delicado asunto con la teoría marianista de que "el tiempo lo arreglará" y se equivocó después al pensar que desde el mundo jurídico se neutralizaba todo. Además perdió clamorosamente la batalla de la comunicación, por torpeza o por incomparecencia. Todavía los gobiernos europeos y de todo el mundo apoyan al español convencidos de que una eventual independencia catalana relanzará procesos similares en Bélgica, Francia (Córcega) o Italia (Veneto o Padania). Pero la prensa de esos países ha comprado la mercancía independentista, y sus opiniones públicas se activan, porque fueron a contárselo, y a sus corresponsales aquí, en francés, inglés y alemán. Rajoy descuidó también ese flanco.

En esa inferioridad de condiciones, sin un relato español y ni siquiera uno europeo -de ahí el Brexit- la próxima semana se anuncia como el peor desafío que ha soportado este país desde el intento de golpe de estado del 23-F. En este caso es peor porque los golpistas militares nunca tuvieron dos millones de personas detrás como tienen los del golpe jurídico catalán. Por apelar a alguna cita que aporte esperanza hay que remontarse a Otto von Bismarck cuando afirmaba que "España es una gran nación indestructible porque ni siquiera los españoles son capaces de destruirla". Y bien que nos aplicamos a la tarea con ahínco y pasión.

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