En tardes de Viernes Santo suena La saeta, esa composición que grabó Joan Manuel Serrat dentro del disco dedicado a Antonio Machado y que con el paso del tiempo ha llegado a ser más 'propiedad' del cantautor catalán que del inmortal poeta sevillano.

La saeta, un in crescendo musical que recrea la atmósfera de lo que debió ser la Semana Santa en tiempos anteriores al bullicio y exceso actual. Antonio Machado escribió su poema en 1914 y Joan Manuel Serrat compuso su canción en 1969. A partir de ese disco y sobre todo a raíz de su conversión en marcha procesional, en 1983, La saeta es más conocida por los acordes que las bandas interpretan en su itinerario de Semana Santa que por los versos del poeta que nació en Sevilla pero que 'ejerció' poco de sevillano. De hecho, esta 'Saeta' que arranca con una letra popular, desgajada del poema, "¿quién me presta una escalara...?", a la que Serrat sobreañadió otro verso introductorio, "dijo una voz popular", es una visión crítica de la Semana Santa y su conmemoración por las calles sevillanas.

A partir de esa 'voz popular', un bellísimo poema que es crítico con el modo desbordante y desbordado con el que los andaluces, en general, y los sevillanos, en particular, conmemoran la Semana Santa. Machado, en su Saeta, demuestra para empezar un desconocimiento supremo de las procesiones sevillanas, pues ese Cristo de los Gitanos al que la voz popular quiere desenclavar los clavos no desfila crucificado sino con la cruz a cuestas. Una confusión 'blasfema' para cualquier otro que se acercase al complicado mundo de las cofradías de Sevilla. Para Machado, Antonio, en contraste con su hermano Manuel que sí 'ejerció' de sevillano, Sevilla es poco más que la infancia, "... recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero". A los ocho años su familia se trasladó a Madrid, y, a partir de ahí, su juventud, "veinte años en tierras de Castilla". La saeta, por cierto, aparece en el libro Campos de Castilla, que inscribió para siempre al poeta modernista e intimista en la literatura universal.

Es crítica esta Saeta de Machado porque el poeta parece lamentar ese canto "de la tierra mía / que echa flores al Jesús de la agonía / y es la fe de mis mayores". Frente al Cristo 'derrotado' en el madero, el poeta prefiere al Cristo 'triunfante', lanzar sus versos "al que anduvo en la mar". Y no es la única puya que Machado presenta en su producción poética no solo para la Semana Santa, como deja escrito en el poema dedicado a la muerte de Don Guido, el mejor retrato del señorito sevillano y la hipocresía social que rodea el mundo de las hermandades: "¡Aquel trueno / vestido de nazareno!", y al que despide con un sonoro "Buen don Guido y equipaje, / ¡buen viaje!", después de haber dibujado la maleta vacua que el difunto lleva al otro mundo, tan vacía como la memoria que deja entre los suyos, que bien podrían ser ese otro dardo machadiano cruel y definitivo: "Sevilla sin sevillanos, / ¡qué maravilla!".

El disco de Serrat dedicado a Machado reserva a La saeta un sitial de honor. La canción-poema, una de las doce que componen el disco, fue 'cara A' del sencillo que la casa discográfica lanzó a continuación con las dos composiciones más comerciales del 'LP'. La saeta, por un lado; Cantares, por el otro. La saeta canción, compuesta 55 años después del poema escrito por Machado. Y 51 años después del disco, La saeta reconvertida en marcha procesional, algo que Serrat probablemente no imaginó aunque los sones de la composición probablemente se inspirasen en la música que interpretan las bandas durante la Semana Santa.

Un año tras otro, desde 1983, cuando se interpretó por primera vez en una procesión, según documenta el escritor Luis García Gil, a cargo de la agrupación musical Santísimo Cristo de la Buena Muerte, en Ayamonte. Hasta este 2020 en que no podrá ser.

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