Análisis

alix coicou

Médico psiquiatra

Estados unidos: la democracia herida

El mundo asiste con estupefacción al bochornoso espectáculo posterior a las recién celebradas elecciones norteamericanas. Pese a haberse declarado oficialmente vencedor al tándem Biden-Harris, la voluntad del señor Trump se ha impuesto negándose a facilitar una transición pacífica que es tradicional en la historia de esta nación. Los votos emitidos y contabilizados dan la victoria al candidato Joe Biden, pero el presidente en funciones sigue empeñado en repetir que hubo fraude y que le han robado las elecciones. ¿Qué se podría esperar de este personaje que venía advirtiendo desde hace meses que utilizaría esta estrategia de denuncia en caso de que no saliera reelecto, tras el resultado del escrutinio? De esta manera esparce dudas y difunde rumores sobre la transparencia de los comicios, azuza los bajos instintos del sector radicalizado de su base y, por ende, embarra el prestigio del sistema electoral de su país. Así pues, era previsible este arriesgado y lamentable escenario. La alternancia en el poder es una de las características de la democracia y un demócrata debe admitir el veredicto de las urnas.

Con unos tics propios de un autócrata, Donald Trump sigue enroscado en el sillón presidencial y va purgando, de su moribunda Administración, a algunos destacados miembros que se inclinan a aceptar el resultado inequívoco del recuento. Prepotente y maleducado hasta la vulgaridad, cree que su inmensa fortuna, amasada, al parecer, empleando procedimientos no del todo ortodoxos, le otorga el atributo de decidir sobre todo. Y lo que es inquietante es que el mandatario consiguió un porcentaje nada despreciable de 72 millones de votos, hecho que demuestra que el trumpismo puede tener futuro, incluso sin él como hilo conductor.

Cuatro años más de la Administración republicana, con el magnate a la cabeza, supondrían la agudización de la tensión racial y la proliferación de las ideas populistas y de exclusión social que preconiza la ultraderecha en cuanto al fenómeno migratorio. El supremacismo blanco ha tomado alas durante los pasados cuatro años en los Estados Unidos y el mandato del presidente saliente ha provocado una involución o retroceso en la conquista de los derechos de las minorías. El Obamacare, un ambicioso plan de reforma sanitaria, implementado durante la era de Obama para ofrecer también cobertura médica a las capas desfavorecidas, ha sido revocado por Trump. En cuanto a la pandemia, Estados Unidos ostenta la cifra récord de afectados y muertes por el Covid-19, pero el petulante mandatario se opone a las medidas recomendadas por el epidemiólogo asesor suyo, Anthony Fauci.

Para terminar, conviene señalar un hecho sin precedentes en la historia norteamericana. Por primera vez, un representante del género femenino, adicionalmente de raza negra, aspira a ocupar la vicepresidencia de los Estados Unidos, algo que no es del agrado de una gran parte del electorado republicano; y en caso de vacancia presidencial, causada por el fallecimiento, incapacidad física o cognitiva de Biden, de 77 años de edad, y con antecedentes de aneurismas cerebrales, Kamala Harris, constitucionalmente, asumiría las riendas del poder en los Estados Unidos.

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