Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Un AVE 'tranquilo'

Para lo rápido ya están Málaga, Sevilla o Córdoba. A 'Graná' hay que llegar despacico, no se vayan a entusiasmar

Hay quien ya lo ha visto surcar las vías por la Chana. Como un fantasma largo tiempo anunciado, el tren de alta velocidad parece que si, que pasa de quimera a realidad. Y los políticos se apresuran a lanzar las campanas a repique aún casi perplejos pero frotándose las manos por el dividendo político que supone destaponar el bloqueo ferroviario de Granada. Hay que alegrarse.

Pero la fiesta viene aguada desde su arranque. Por aquí siempre estamos de rebajas, no vaya a ser que nos alegramos y todo, dónde iríamos a parar. En Granada hay que alegrarse un poquico para enseguida desencantarse, que la alegría es una emoción incómoda para el granaíno común, una sensación fuera de su espectro habitual de frustración, marginalidad y abatimiento tan macerado ya. Los políticos velan por nosotros y rebajan la alegría a una sonrisa congelada, por si nos acostumbramos a ser felices. Venga ya.

El caso es que nos ponen un tren del siglo XXI pero a la velocidad del siglo XX. Un tren ultra veloz que se queda en viaje ligerito con las 3 horas y veinte de recorrido hasta Madrid, y a Barcelona pues muchas más. Que para lo rápido-veloz ya están Málaga, Sevilla o Córdoba. A Graná hay que llegar despacico, no se nos vayan a entusiasmar. Y nada de en línea recta como mandaría la lógica. El camino más corto entre la línea recta de Madrid-Granada es, evidentemente, el que pasa por la Junta sevillana y su obsesión por retrasar lo que venga para este lado de esa Andalucía con fractura de falla tectónica entre los señoritos y sus aparceros del lado oriental.

Con este AVE de consolación nos apañamos. La estación que ya acabaron se iba a oxidar antes de abrirse. Y dicen que con el tiempo (como en el lorquiano Así que pasen cinco años de esta desesperanza teatral del tempus fugit local tan bien retratada) todo se normalizará. Acabarán por conseguir que no nos creamos ya nada de nada.

Eso sí. Rápido o lentito, el tren vuelve a Granada. Dejando la prueba palpable con estos tres años de aislamiento del peso político de nuestros cargos electos en los centros clave de la administración central. Si un día nos sale un candidato que se llame de nombre Ninguno o A mí qué más me da nadie se va a extrañar. Tiene paguica y sillón confortable desde el cual podrá mirar la vida como un tren pasar.

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