Ayer conocimos los datos de un estudio de la OCDE según el cual, en España nos puede llevar hasta cuatro generaciones conseguir que los niños de familias pobres alcancen un nivel de ingresos medios si se mantienen las políticas desarrolladas hasta ahora.

Una de las razones que se esgrimen en este informe se refiere a que tenemos una tasa más elevada de abandono escolar que en países de nuestro entorno. De esta manera, el sistema educativo español estaría actuando como un ascensor social bastante más lento que en esos países.

Esta es otra de las consecuencias que nos han ofrecido las políticas públicas desarrolladas en estos años de crisis tanto en materia de economía como de educación por parte de la Unión Europea y del anterior gobierno presidido por Rajoy.

Las desigualdades sociales son hoy más profundas que hace una década y la palanca de cambio que supone la apuesta por el sistema educativo público se ha resentido a pesar del trabajo y las medidas que algunas Comunidades Autónomas han desarrollado en estos años para oponerse a las políticas educativas de Rajoy.

Un país desarrollado como España no puede consentir que las tasas de abandono escolar crezcan y que ante esta situación, el Gobierno permanezca de brazos cruzados. Ello es así porque el sistema educativo público es el mecanismo más eficaz para conseguir la igualdad de oportunidades en una sociedad tan compleja y competitiva como la que nos ha tocado vivir en estos tiempos.

Una política que apueste por la educación pública y por desarrollar mecanismos de igualdad en el acceso para favorecer a los sectores sociales más deprimidos, no es solo una política obligada por razones de ética social; es también una política inteligente en términos de competitividad como país porque no se debe desaprovechar el talento de nuestros jóvenes para el conjunto de la sociedad española.

El abandono escolar es una lacra contra la que todo esfuerzo es poco. Refleja desigualdad. Refleja exclusión. Refleja una falta de compromiso por parte de los responsables educativos que sólo puede calificarse como una actitud imperdonable.

Es por eso que estoy convencido que una de las principales prioridades del nuevo Gobierno va a ser la de poner en pie un conjunto de acciones que ayuden a superar esta asignatura pendiente porque el abandono escolar es un "lujo" que no nos podemos permitir. Es tarea de todos.

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