Abril es otoño

La cultura genera riqueza, pero es necesario invertir en ella, dotarla de las herramientas necesarias

En esta nueva normalidad a la que intentamos desesperadamente acostumbrarnos, las fechas señaladas en el calendario están saltando por los aires. Una de esas fechas emblemáticas es la del 23 de abril: Cervantes y Sant Jordi, libros y rosas, la primavera en ciernes, las calles de las grandes ciudades llenas de libros, de lecturas, de autores y autoras que, por unos días, se hacen imagen de primera plana, firman autógrafos como grandes estrellas, todo el aire inundado de literatura, poesía, ensayo, novela… cultura y economía de la mano.

Esa foto fija de nuestro imaginario colectivo, casi inmutable hasta hace dos años, ha tenido que reinventarse. Puede que la primavera sea mejor estación, pero es indudable que la parte económica de esta historia andaba necesitada de un buen empujón y el otoño (disfrazado en Granada de veroño, también hay que admitirlo) ha sido el marco elegido para la XXXIX Feria del Libro que en esta semana llena de vida el centro de la ciudad.

En esta Feria tan esperada no solo hay casetas, lecturas o firmas: las actividades que se han organizado van desde reflexiones medioambientales hasta concursos de booktubers, intentando llenar de contenido el lema de este año, Sostenibilidad, Medio Ambiente y Ecología de la mano de distintas instituciones ciudadanas, haciendo divulgación científica a la vez que fomento de la lectura entre la gente más joven, todo ello sin olvidar el aspecto literario. Quizá por lo mucho que hemos esperado, el caso es que la ciudad y sus instituciones se han volcado.

Sin duda, está siendo todo un éxito. Más allá de si en las casetas hay mucha o poca gente, más allá también de conseguir el lleno en los muchos actos programados, lo cierto es que una ciudad como Granada, Ciudad de la Literatura desde 2014, no puede arriesgarse a perder esta oportunidad de disfrute y de dinamización económica. Las extrañas decisiones de la Junta de Andalucía pusieron en riesgo la celebración de la Feria, error que finalmente se pudo, se supo enmendar.

La cultura genera riqueza, pero es necesario invertir en ella, dotarla de las herramientas necesarias para que pueda ser tanto un recurso económico como un derecho ciudadano. Una feria del libro no es solo el espacio en el que se muestran colecciones o títulos o donde las editoriales dan a conocer sus catálogos. Debe ser, y la de Granada lo es, un espacio de promoción de la lectura, debe despertar el interés y el gusto por la lectura como poder transformador de la realidad.

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