Abren los grandes centros comerciales y siguen prohibidos los ecomercados. Esta frase resume el desvarío de quienes gobiernan unas pocas ciudades de nuestro país, entre ellas Granada. Mientras en Valladolid, Zaragoza o Málaga los ecomercados ya están funcionando, en otros lugares seguimos sin contar con esta forma de venta.

Tal y como señalaron el pasado martes M. Altieri y C. Nicholls desde la Universidad de California-Berkeley en un curso que pueden ustedes ver en mi canal de YouTube, es fundamental mejorar la nutrición de la población para mitigar los daños que el confinamiento ha generado en nuestra salud y para incrementar nuestras defensas frente a la Covid-19 y cualquier otra enfermedad. Numerosos estudios demuestran que consumir productos frescos y de temporada tiene un efecto beneficioso sobre la salud. Y si se trata además de productos locales, diversos y ecológicos como los que se venden en los ecomercados, la cantidad de nutrientes es todavía mayor y se evitan los problemas inmunológicos derivados de los restos de pesticidas y antibióticos presentes en los alimentos industriales.

La producción local, y sobre todo la ecológica que se vende en los ecomercados, implican un menor consumo de recursos naturales y una disminución de la contaminación. Esto disminuye los problemas generados por enfermedades como la Covid-19 que como se ha demostrado son más letales en los lugares más contaminados. Y al mismo tiempo incrementa nuestra resiliencia frente a las crisis, mejorando las condiciones de nuestro territorio y fortaleciendo la economía local.

Los ecomercados constituyen un eslabón importante de los canales cortos de comercialización que abastecen a las ciudades de productos locales y ecológicos. Estos espacios de venta directa son además esenciales para la supervivencia económica de quienes producen nuestros alimentos de cercanía. Y, aunque se trata de productos y formas de venta muy diferentes, no olviden que de los tradicionales mercadillos callejeros (también prohibidos) dependen numerosos puestos de trabajo. Con el agravante de que son lugares de compra preferente para quienes más sufren crisis como la actual.

Ampliando el espacio que ocupan de forma temporal como se ha permitido a las terrazas de los bares, y si se aplican sencillas medidas de higiene y distancia social, los mercados callejeros generan claramente menores riesgos de contagio que los grandes supermercados. Por lo tanto, ya es hora de que los puestos vuelvan a nuestras calles y plazas, y de que tengamos la oportunidad de seguir comprando en los ecomercados y apoyando a esos héroes y heroínas que en ningún momento de esta grave pandemia han dejado de producir los alimentos sanos y nutritivos que necesitamos a diario.

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