Resulta paradójico comprobar que, mientras asistimos a los debates prevalentes en la actualidad política en los que hay quienes defienden que España se rompe y se desintegra, no dejamos de asistir a numerosos acuerdos de enorme trascendencia entre el Gobierno y los agentes sociales del país (empresarios y sindicatos) que contradicen una y otra vez ese diagnóstico ultrapesimista.

El reciente acuerdo sobre las pensiones publicas firmado el jueves pasado en la Moncloa entre Gobierno, empresarios (CEOE y Cepyme) y sindicatos (UGT y CCOO) es un ejemplo de acuerdo con una enorme relevancia porque significa una apuesta seria para asegurar la sostenibilidad del sistema público de pensiones, tratando de solventar los desafíos que nuestra evolución demográfica y económica nos ofrece desde hace años. También es un muy buen ejemplo de normalidad democrática y de la importancia del diálogo social como mecanismo útil para superar los retos de nuestro país.

Es verdad que el jueves pasado, cuando se produjo la firma del acuerdo en el Palacio de la Moncloa, el ministro Escrivá cometió el error y la torpeza de anticipar de manera pública posibles medidas de recorte futuro para los nacidos entre 1950-1970, que no contaban con el necesario consenso. Dado el enorme malestar generado por estas declaraciones públicas ayer el ministro tuvo que rectificar.

El sistema público de pensiones es una de las prestaciones del Estado del Bienestar que conviene cuidar y mimar para que en cada coyuntura social y económica se garantice su equidad y su sostenibilidad. Es por eso que desde que se acordó la gestión de esta política pública en el marco del Pacto de Toledo, hemos asistido a diversos acuerdos que nos han permitido llegar hasta aquí.

Pero estos tiempos que vivimos ahora son especialmente retadores para el futuro de nuestra economía ya que la transformación digital y otros retos tecnológicos se unen al desafío demográfico que, con el envejecimiento poblacional y otros factores, obligan a definir respuestas válidas, inteligentes y acordadas entre todos los agentes.

En este contexto, a empresarios y sindicatos debemos agradecer su responsabilidad y su capacidad demostrada de manera reiterada para arrimar el hombro en beneficio del conjunto de la sociedad, a pesar del pésimo ambiente político que algunos se empeñan en fomentar. En el arco parlamentario hay quienes no se alegran de este acuerdo. Creo que se equivocan.

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