Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Adaptación

La Unión Europea indica que la provincia será de las que más sufrirán el impacto del cambio climático

Los seres humanos somos capaces de adaptarnos a distintas condiciones vitales, como al clima, aunque con ciertas limitaciones. Por encima o por debajo de una temperatura ambiental concreta, que llamaremos temperatura de confort, y que es nuestra temperatura ideal, nuestro cuerpo entra en estrés térmico, puede enfermar y hasta morir. En las ciudades españolas esa temperatura de confort está aproximadamente entre los 14 grados en el norte y los 23 en el sur.

Esos nueve grados de diferencia se deben a la adaptación de las sociedades y sus gentes. En el norte se preocupan más del frío, su dieta es más calorífera, ropas de abrigo y casas con calefacción. En el sur tendemos a dietas ligeras, menos vestimenta, y refrigeración. Además, en el sur, cuando nos llegan las olas de calor, esos días con temperaturas en torno a los 40 grados, hemos aprendido a ser prudentes y protegernos. Es decir, hemos desarrollado una cultura para vivir a temperaturas ambientales muy altas.

Según un estudio científico reciente, ahora, la temperatura de confort en España es 2,4 grados más alta que en la década de los 80. Es decir, nos hemos adaptado a vivir a temperaturas más altas. Esto es importante porque indica que cuando lleguen los peores efectos del cambio climático, a partir del año 2050, con temperaturas muy altas y muchas olas de calor, una mayoría de provincias españolas podrán aguantarlo. No así Granada, que aparece como una de las provincias con menor grado de adaptación frente al cambio climático. En otros lugares de la geografía española se han adoptado políticas, planes y actuaciones tendentes a protegerse de las altas temperaturas, y esto incluye cosas tan dispares como plantar multitud de arbolado frondoso, renovar la aclimatación de edificios, poner fuentes de agua en las calles, y muchas otras. Aquí, más allá de la retórica oral o escrita, poco se ha hecho en términos reales.

La Unión Europea indica que nuestra provincia está entre las que más sufrirá el impacto del cambio climático en Europa, con reducciones drásticas de actividades como la agricultura o el turismo. Ahora, el estudio comentado también señala que ni la ciudad ni la provincia están haciendo lo suficiente para que la población pueda mantener su vida y su salud cuando llegue lo peor del inevitable cambio climático. Tenemos una espada de Damocles a la vuelta de la esquina.

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