Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Adictos

Somos víctimas de la publicidad de la hipocondría. Todo un negocio boyante

Una jaqueca de cíclope me trae el recuerdo de lo que ocurrió en noviembre de 2018 a unos turistas británicos: murieron en España después de que se les suministrara Nolotil. Eso decía el teletipo que guardé. (Es una afición de coleccionista: está el de la mujer que encontró un condón en la sopa en un resturante de Los Angeles, el del punto de la letra i que desencadenó una tragedia familiar en Ankara, el del hombre que intentó suicidarse cuatro veces una Nochebuena en un pueblo de Francia sin conseguirlo o el del dependiente de unos almacenes Walmart de Nueva York que murió pisoteado por una avalancha de clientes en la apertura de las rebajas.)

¿Por qué mató el Nolotil a los turistas británicos? ¿Qué relación hay entre la nacionalidad y el medicamento? ¿Por qué fue letal para ellos y no para unos guiris de Transnitria? Quizá deba preguntar en el Colegio de Farmacéuticos...

A uno le duelen las pestañas y busca en su caja mágica de medicinas un remedio para su dolencia. Se lo toma. Y la diña.

No, no es lo habitual. Uno encuentra en la caja lo que busca. Se lo mete. Y funciona. Bendito sea. Gracias, Madre Química.

Sí, nos automedicamos. Y si no lo hacemos, ¿cuál es la alternativa? ¿Leer las instrucciones del medicamento? ¿Consultar al médico, al farmacéutico? ¿En serio? No podemos estar yendo al médico constantemente, aunque hay gente que lo hace. Hay gente que no tiene otra cosa que hacer que ir a ver al de la bata blanca. Como el que va a ver a una tía. Hay gente que en vez de tener una segunda vivienda en la playa la tiene en el ambulatorio.

Somos víctimas de la publicidad de la hipocondría. Todo un negocio. Boyante. Especulan con nuestras adicciones. Mercadean con nuestros miedos. Y hacen una pasta gansa. Cuando no nos duele nada la televisión hace que nos duela algo con anuncios de dolores. Hasta que consigue que digamos "a mí me pasa eso" y corremos a la farmacia o a la caja mágica, donde las pastillas aguardan que les llegue su lejana fecha de caducidad, y entonces nos metemos la pirula. Y así otra. Y otra. Y...

Y nos recomiendan mesura cuando nos han convertido en dependientes. Igual que hacen con la publicidad de la priva: sé responsable, bebe con moderación. ¿Qué porcentaje de bebedores son moderados? ¿Cómo se es moderado con algo que se fabrica teniendo en la adicción del consumidor su principal objetivo, la razón de su éxito? El matarratas con el que los indigentes entran en calor las noches de invierno y el elixir con el que brinda por su fortuna el Grupo Bilderberg persiguen lo mismo: adictos.

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