Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Aire limpio

El mensaje de la OMS es claro: el aire que respiramos en muchas ciudades es terriblemente perjudicial para la salud

Hace unos días la Organización Mundial de la Salud ha revisado sus criterios de calidad del aire, estableciendo que, para que el aire que respiramos pueda considerarse saludable, deben reducirse de forma muy importante las actuales concentraciones de los principales contaminantes atmosféricos. Como ya recogió este periódico, a día de hoy los niveles de contaminantes de Granada son hasta cuatro veces superiores a los nuevos límites establecidos por la OMS.

El paso dado por la OMS es muy importante por varias razones. Obliga a la Unión Europa a revisar también sus criterios de calidad del aire, con la gran diferencia de que los criterios de la UE son legalmente vinculantes. España y otros países ya habían sido amenazados con sanciones por no cumplir con dichos criterios normativos. Con los nuevos que adopte la UE, el incumplimiento legal serán todavía mas importante, notorio y sancionable.

La OMS además lanza un mensaje muy claro: el aire que respiramos en muchas ciudades es terriblemente perjudicial para la salud, con efectos adversos importantes y que afectan a muchos órganos del cuerpo humano. Y, por ello, aquellos países y capitales que apuestan por reducir el tráfico y otras fuentes de contaminación se ven estimuladas a profundizar en dichas políticas.

Ahora bien, ¿qué necesitamos en Andalucía para aprovechar este gran empujón de la OMS para la mejora de la calidad del aire? Necesitamos una «ley de aire limpio y saludable», similar al ordenamiento legal de otros ámbitos que afectan también a salud. Por ejemplo, nuestro ordenamiento establece que la responsabilidad legal de la calidad del agua del grifo de nuestras casas es de las empresas distribuidoras. O también establece que la salubridad de los boquerones, los solomillos o cualquier otro alimento que consumamos es responsabilidad de todas las empresas que participan en su producción y distribución. Por eso cuando ocurre una intoxicación por alimentos en mal estado, por ejemplo, las víctimas, las autoridades y la administración de justicia saben a quién sancionar y perseguir penalmente en función de la gravedad de los daños.

Necesitamos una legislación similar sobre la calidad del aire que establezca con claridad la cadena de responsabilidades y competencias de la calidad del aire que respiramos. Una «ley de aire limpio y saludable» para terminar con la «impunidad tóxica» que sufrimos los ciudadanos de Granada y de otras capitales andaluzas.

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