Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Alfredo y Pepe

IGNORO si en el PSOE hay un equivalente a Pedro Arriola, el gurú mediático de Aznar y Rajoy. Arriola fue el padre del ¡váyase, señor González! en los 90, y es el estratega del actual silencio programático del PP. Dos apuestas rentables. Hay dudas sobre si fue de su cosecha un recurso más endeble: la niña a la que aludió Rajoy en los debates televisados de 2008. Parecía que el PSOE tuviese vacante ese puesto, hasta que Rubalcaba en su estreno como candidato ha pedido a los suyos que le llamen Alfredo. Es la segunda jugada similar que conocemos en Andalucía; ambas podrían tener la misma paternidad.

Hace dos años, cuando un prestigioso político, que había sido ministro de Sanidad y Trabajo, eficiente consejero de Economía y hasta brillante vicepresidente de la Junta, se convirtió en presidente y candidato del PSOE andaluz, lo primero que hizo fue pedir al comité director de su partido que le llamaran Pepe. Griñán tenía un nombre hecho, pero a alguien se le ocurrió que Pepe era más cercano. No sé de qué será culpa, pero Griñán no ha cuajado como candidato. O quizá no ha cuajado como presidente. Hay algo en su nueva función que no ha encajado en la opinión pública. E incluso, en el interior de su partido: ayer en Almería, en vez de Pepe le llamaban autoritario.

Pero el PSOE reincide. Y en lugar de a Rubalcaba y Griñán, se dispone a poner en liza en las elecciones de marzo a Alfredo y Pepe. Esta pretensión desmiente la peregrina teoría de que a los políticos varones se les llama por su apellido y a las mujeres políticas se las conoce por su nombre de pila. Es algo que en realidad depende de la originalidad del nombre o lo común del apellido. Todo el mundo sabe quiénes son Soraya o Teófila, pero a Cospedal se la menciona por su apellido. Los dos exministros de González que formarán el ticket electoral socialista en 2012 es posible que busquen la inmediatez que producía el líder del PSOE en los 80, a quien todo el mundo llamaba Felipe.

Rubalcaba tiene una marca acreditada, de enorme tirón entre su afición. ¿El empeño en que le llamen Alfredo busca la comparación subliminal? Si se quiere talento, Alfred Nobel inventó la dinamita y creó la fundación que premia a los más sabios del mundo. Si se pretende seducción, Alfredo Mayo se llamaba el galán por antonomasia del cine español de los 40 y 50. Si es capacidad de intriga lo que se sugiere, Alfred Hitchcock es un maestro del género. Si el registro es artístico, Alfredo Kraus era un tenor superior. Poderío financiero como el que maneja el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, habrá pocos en el mundo. De familia de banqueros procede Alfredo Bryce Echenique, novelista peruano de sublime ironía. Pero de entre todos, seguro que este irredento madridista prefiere mirarse en el espejo de Alfredo di Stéfano. Aunque también tenemos cerca otro político Alfredo, Monteseirín...

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