Hay un chiste popular que simplifica bien lo que es la cerrazón mental de algunos granadinos. La broma es la de aquel paisano sin mundo ni ganas de conocerlo que después de muchos años juntos aceptó la propuesta de su mujer para visitar la Alhambra que el hombre veía bien desde los bancos de Plaza Nueva y no necesitaba ver por dentro. Al volver con su 'sanedrín malafollá' de pipas y lata de cerveza, le preguntaron los parroquianos "bueno, ¿qué tal la Alhambra", a lo que ni corto ni perezoso contestó "pos como toas las Alhambras". Un chiste que, por desgracia, hoy sigue superando a la ficción. Qué poco se habla de la importancia y de todas las lecciones de belleza, de historia, de arquitectura e, incluso, de magia que aporta la Alhambra. Sería un buen momento para que los granadinos, los abiertos de mente, se reencuentren con la Alhambra ahora que no hay turistas y se den cuenta de que no es poca cosa. Es mucho. Y por eso, el proyecto de Romayla, si se hiciera, debe estar a la altura.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios