Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Almeida y Boris

Las grandes estrellas políticas de ayer son los grandes mamarrachos de hoy, la pandemia los ha revelado

El Reino Unido ha vuelto a aportar otro nombre propio al que se citará como ejemplo en los libros de Historia. Si Neville Chamberlein significó la cobardía de las grandes potencias ante la Alemania de Hitler y Churchill, la valentía y el coraje, incluso ante la derrota, Boris Johnson es la estupidez. La suprema estulticia de un error de las democracias occidentales en el modo de elección de sus líderes.

Boris negó la gravedad de la pandemia del coronavirus. Esto tiene hasta perdón, en todos los gobiernos hubo algún incrédulo que la comparó con la gripe y, en su favor, es cierto que China ha confundido al difundir una cifra de muertos que posiblemente no sea la real. Pero el artífice del Brexit, el que inoculó el bicho dentro del Partido Conservador, propuso después que la mejor estrategia contra el coronavirus era el contagio general de la población. En esto, al menos, ha sido coherente, estúpido, pero coherente.

El problema de las democracias es que no hay un Boris, sino muchos. Hay un Trump, un Bolsonaro, un López Obrador, un Pablo Iglesias, líderes de personalidades inestables, histriónicas, irresponsables desde pequeños, gente que no serviría para llevar a un grupo de boys scouts de campamento porque los terminaría perdiendo, matando de hambre o despeñados por un risco. La teatralización que ha padecido la política en la última década ha terminado primando a dirigentes televisivos, chisposos y charlatanes sobre otros más sólidos, complejos y dubitativos.

La pandemia también ha cambiado esto, estrellas de ayer son los grandes mamarrachos de hoy: Boris en la UCI, sin ley ni protocolo que prevea quién le sustituye. Dominic Raab porque él lo dice.

El paradigma de esto es el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el hombre con menos empaque al mando de una de las grandes ciudades del mundo. De todo le llamaron, y al pasar del tiempo, ahí lo tienen, el único sostén que ha encontrado Madrid ante el colapso sanitario y el hundimiento de la Presidencia de la comunidad autónoma. Almeida ha mostrado contundencia y serenidad, ha hablado con todos sus antecesores en el Ayuntamiento y hasta en el PP de las prisas hay quien le ve como sustituto de Casado.

Un nadie antes, un líder hoy.

Él no era el equivocado, han sido los partidos quienes han errado al apostar por estrellitas sin base y los electores, por su fascinación por el lenguaje sencillo. Banal.

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