señales de humo

José Ignacio Lapido

Alucinante

SEGÚN un estudio de una remota universidad australiana, tomar cinco cafés al día incrementa el riesgo de sufrir alucinaciones. Ya me parecía a mí; últimamente leía la prensa y flipaba en colores. Yo lo achacaba al componente surrealista de muchas de las noticias políticas que se publican, pero la ciencia acaba de sacarme del error: mis alucinaciones son fruto de las generosas dosis de café con que acompaño la lectura diaria de los periódicos.

Ni que decir tiene que con la reciente campaña electoral he flipado por un tubo. Cosas como la inauguración por todo lo alto del aeropuerto de Castellón, donde por el momento no se espera que despegue ni aterrice ningún avión pero que ha costado 150 millones de euros, son por sí solas capaces de provocar poderosas experiencias psicodélicas. Por eso no dejo de flipar ahora, una vez resueltas las elecciones con la victoria demoledora del PP, cuando veo que Rajoy y sus palmeros presumen de buenos gestores. Menos mal que los investigadores de la Universidad de Melbourne han concluido que esas idas de olla que uno percibe en el papel son debidas al café. Y no crean, pienso dejarlo. Porque leer que Alberto Ruiz Gallardón tiene preparada, por tercera vez, la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos es, con café o sin café, una pasada. Madrid, con una deuda del copón, optando de nuevo a ser modelo de la austeridad que predica Rajoy. Como se decía en los 60: Turn on, tune in, drop out.

Antiguamente, antes de que se supiera lo del café, era la dietilamida del ácido lisérgico lo que se utilizaba para viajar sin moverse del sitio. Ya saben, eso que ocurre cuando los sentidos se dislocan, cuando la música se ve y los colores se oyen. Ahora sabemos que una buena dosis de cafeína también puede llegar a ser un poderoso alucinógeno. Pero, como digo, si se mezcla con política es lo más parecido a un mal viaje. No recuerdo cuántos cafés me tomé el otro día cuando leí que el PP había dado la voz de alarma acerca de la destrucción de facturas y documentos en la Diputación granadina, institución en la que están a punto de tomar el poder. Debieron ser más de cinco tazas porque, a no ser que estuviera alucinando, esa acusación no iba acompañada de su correspondiente denuncia en el juzgado de guardia. Otra posible explicación puede encontrarse en la persona que hizo la acusación, un individuo que, según figura en el organigrama, es el portavoz popular en la Diputación Provincial. Este hombre tiene un brillante historial de propalador de infundios y medias verdades que para sí quisieran los tertulianos de Jorge Javier Vázquez; en alguna de ellas no ha dudado en involucrar a menores de edad en oscuras maniobras políticas. Y nadie en su partido se lo ha afeado, todo lo contrario ¿no es alucinante? Pues no. Lo alucinante es el café.

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