Amando a España

El amor a España sale por todos los poros cada vez que hay que aprobar algo en economía

Todos sabemos el profundo amor que sienten en algunas regiones y provincias de la piel de toro por todo aquello que suene a español. Valga como ejemplo la gran preocupación de algunos partidos por lo que ocurre en otras partes de la nación española, y por ello han preguntado en el parlamento de la capital, la adorada Madrid, por cosas tan importantes como las razones por las que un humilde equipo del sur ha dado por finiquitado un contrato de un portero de fútbol. Bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos, seguramente implorarán desde el gobierno correspondiente, ese cuyo jefe de filas cada vez que habla me recuerda a algún seminarista avanzado que pausadamente nos reza desde su púlpito.

Es una lástima que esa preocupación no ocurriera cuando algunos chicarrones del norte se dedicaban a matar, bien por la espalda o poniendo bombas en los bajos de los coches, a los hijos del sur que trabajaban allá en el norte o en cualquier lugar de la amada España. Se ve que la bienaventuranza no llegaba a todos. En ese caso, los obispos norteños, que antes serían seminaristas muy inteligentes, miraban para otro lado o urgían a sepelios rápidos y con poco ruido, no fueran a pensar que se estaba provocando.

Tan provocador como que en los cuarteles de la Guardia Civil se diga que todo por la patria o como que el ejercito de España tenga intenciones de llegar a algunas regiones o provincias aunque sea para apagar incendios, ayudar ante desastres naturales, o actuar como rastreadores sanitarios. Dado que en esas operaciones no tienen oportunidad de pedir comisión alguna, digamos del tres o del cinco por ciento, pues no están bien vistas; vayan a servir como excusa para luego venir con los tanques, eso con lo que sueñan algunos desde el extranjero.

Ciertamente el amor a España sale por todos los poros de aquellas formaciones y sus dirigentes cada vez que hay que aprobar algo en economía, digamos los presupuestos. Y entonces es cuando se aprecia lo que quieren al resto de los españoles. Bienaventurados los pobres españoles porque de ellos serán nuestras riquezas, claman todos los que quieren a España desde esas regiones y provincias. Su amor es tanto que hasta en el deporte nacional, acordemos que es el fútbol, siempre quieren jugar la final de la Copa de España para homenajear al himno y al rey de España. Vale.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios