Llega septiembre y, como si fuera el día de la marmota, empiezan otra vez los atascos en Granada. Disfrutamos de una ciudad con un tamaño ideal para vivir y con una localización privilegiada que atrae a millones de visitantes y a miles de residentes. Esta ventaja competitiva constituye además un claro beneficio para quienes habitamos Granada, sin embargo el tráfico y la contaminación afectan gravemente a nuestra calidad de vida y a nuestra posición como lugar preferente. El problema es que, siendo una ciudad de tamaño medio incluyendo el área metropolitana, sufrimos problemas de congestión y de contaminación atmosférica como los de las grandes ciudades.

Las autoridades de la movilidad en las capitales europeas suelen aprovechar el verano para mejorar sus sistemas, tal y como ha hecho Madrid que acaba de reinaugurar su línea 5 de Metro tras dos meses de reformas. Sin embargo, nuestras autoridades hacen todo lo contrario. Desaprovechando las semanas más tranquilas del año en lo que a tráfico se refiere, la Junta de Andalucía ha perdido la oportunidad de inaugurar el Metropolitano iniciando así el periodo de adaptación que cualquier infraestructura requiere. A día de hoy los tranvías siguen dando vueltas tan absurdas como si esto fuera Amanece que no es poco.

El Gobierno municipal sí ha aprovechado el tiempo, pero lamentablemente lo ha hecho en la dirección opuesta. En lugar de cumplir con el compromiso de modificar la LAC y adaptar el sistema de transporte municipal a la inminente entrada en funcionamiento del Metropolitano, ha subido el precio del autobús con estivalidad y alevosía para que al menos en esto estemos por encima del resto de capitales de Andalucía. Eso sí, del bonobús gratuito para personas desempleadas como el que tiene Sevilla ni hablar. Tendremos más tráfico cuanto más haya que pagar por el uso del transporte público, incluyendo, claro está, el coste que propone la Junta de Andalucía para el Metropolitano, que al parecer no entrará dentro del mismo esquema urbano de tarifas y transbordos…

Las leyes infames con las que el Gobierno central y el ministro Montoro están asfixiando a los ayuntamientos implican dificultades añadidas para algunas de las mejoras que necesitamos. Así, aumentan las desigualdades y las enfermedades ligadas a la contaminación, incrementando al mismo tiempo los gastos sanitarios en un círculo vicioso que hay que parar urgentemente. Mientras tanto sigue la sinergia entre la ineptitud y la falta de voluntad política de quienes gestionan nuestra movilidad y de quienes recortan y privatizan desde la Moncloa. Quizás es el momento de que Granada se mueva, pero para desplazar a quienes son más contingentes que necesarios.

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