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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Amnistía por compasión

Cualquier cosa con tal de no seguir asistiendo a esta gran ceremonia de la humillación de un prófugo al Gobierno de España

POR caridad, por compasión, por Dios bendito, que alguien le inyecte ya a España la ley de Amnistía. ¿Para qué tenemos la ley de eutanasia, esa cumbre del pensamiento progresista? Cualquier cosa con tal de no seguir asistiendo a esta gran ceremonia de la humillación en la que un prófugo, un delincuente, se permite chulear al presidente del Gobierno de la nación en un folletín interminable. No hay día que desde la factoría Junts no llegue un tuit en el que se pida el borrado de los delitos de los Pujol o el pago, en concepto de “deuda histórica” (sic) del Estado a Cataluña, de ¡450.000 millones de euros! Aclaro al respetable que el Estado no es más que un eufemismo del bolsillo de los ciudadanos. Uno de los grandes problemas de nuestro mundo es que hace mucho tiempo que los victimistas dieron el pequeño pero fundamental paso que los convirtió en parásitos, y esto se ve muy claro en los nacionalismos opulentos catalán y vasco, dos grandes chinches agarradas con fuerza a la agotada teta española.

Por favor, una amnistía, por la gloria de la madre de Sagasta. Para ellos la perra chica. Eso nos evitaría seguir viendo el degradante ejercicio de autotraición que tantos políticos, intelectuales, profesores y periodistas están haciendo para justificar una maniobra que sólo tiene como misión (en principio) asegurar la poltrona a Pedro Sánchez y sus acólitos. Acudir estos días a las hemerotecas es darse un baño de rubor. ¿Que tal incumplimiento de las promesas electorales produce una preocupante inseguridad jurídica, como señalaba sabiamente ayer en un artículo Pedro Cruz Villalón? Da igual, cualquier cosa será mejor que desayunar todos los días con los mimos de Yolanda Díaz a Puigdemont o las declaraciones de ese Tío Tom del charneguismo que es Gabriel Rufián.

Ahora dicen que España no es una nación, sino una narración. Y algo de razón tienen. Ha escrito Juaristi que el alma de la Reconquista –guste o no, zócalo sobre el que se edifica la nación actual– se templó en un libro tan hermoso como inquietante: el Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana. España también son las Etimologías, El Quijote, Fuenteovejuna y, por supuesto, los Episodios Nacionales de Galdós. Pero tal como se están poniendo las cosas, vamos a tener que añadir alguna comedia de falso terror, tan hilarante como cruel. Ninguna mejor que Arsénico por compasión, la conocida película de Frank Capra. ¿Que no tiene nada que ver con España? Da igual, ¿desde cuándo en este país la realidad es importante?

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