señales de humo

José Ignacio Lapido

Amnistía fiscal

DESDE que me enteré el viernes de las líneas generales de los primeros presupuestos de la era Rajoy apenas he comido. No sabría cómo explicar la desazón que me impide probar bocado, lo cierto es que desde entonces veo un plato de comida y siento nauseas.

Ya sabíamos que en tiempos de penuria como los que vivimos la cosa no iba a resultar como para lanzar cohetes. Éramos conscientes de que las partidas de gasto público iban a sufrir fuertes restricciones. De hecho así ha sido, los recortes rondan el 17% en casi todos los ministerios, aparte de subir nuevamente los impuestos, el tabaco, la luz y el gas, desgracias que también dábamos por descontadas. Lo que no sospechábamos, y el PP se ha cuidado mucho de que lo supiéramos, es que estos presupuestos contendrían una medida estelar que es la que, estoy convencido, me provoca las arcadas: la amnistía fiscal para los grandes defraudadores.

Cualquier millonario que tenga su dinero negro a buen recaudo en un paraíso fiscal y que no haya tenido a bien tributar en España, a partir de ahora puede darse con un canto en los dientes: borrón y cuenta nueva. Ni multas ni penalizaciones, es más, gracias a la infinita benevolencia del Gobierno de Rajoy, al pastizal evadido sólo se le aplicará una fiscalidad del 10%, menos de lo que el evasor habría tenido que pagar si hubiera cumplido con su obligación en su momento.

Famosa es la frase de Concepción Arenal: "Odia el delito y compadece al delincuente". Este Gobierno, presidido por el Gran Ausente, le da la vuelta al aforismo y va un paso más allá: "Promueve el delito y recompensa al delincuente".

Hemos de reconocer que aunque queramos dárnoslas de cínicos seguimos siendo unos benditos inocentes. Creíamos que era la subida del IVA lo que Rajoy y sus secuaces tenían guardado para después de las elecciones andaluzas. ¡La subida del IVA! Un juego de niños comparado con esto. La desvergüenza política de Mariano está batiendo todas las marcas. Apenas lleva cien días en el poder y no contento con desmentirse a sí mismo subiendo los impuestos y abaratando el despido de trabajadores, nos viene ahora premiando a quienes han dejado alevosamente de contribuir al bien común.

Recordemos una vez más que Zapatero se marchó del poder de la forma más vergonzante posible para un dirigente supuestamente de izquierdas: concediendo el indulto a un banquero. Curiosamente, también esperó a que pasaran unas elecciones -las del 20-N- para aprobarlo en Consejo de Ministros. Antes de eso, en 2010, se estuvo hablando de un supuesto plan del Gobierno del PSOE nunca concretado para conceder una amnistía fiscal parecida a lo que ahora sí se ha materializado. Entonces, la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, fue muy certera al calificar la hipotética medida. Dijo que aquello era "impresentable, injusto y antisocial". Le tomo prestadas sus palabras.

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